Corren tiempos convulsos. La vida que hasta ahora conocíamos parece desmoronarse poco a poco. 2021 se ha estrenado con un repunte de Covid y con un temporal de nieve y hielo como no se recordaba desde hace años, trayendo dolor y sufrimiento a un gran número de personas.
Con la esperanza puesta en que esta situación mejore, no debemos dejar de lado los grandes temas que se están reformando, aprovechando también estos momentos de confusión.
Hay quien quiere hacer su labor de «ingeniería social» precisamente ahora, cuando nos ocupan y preocupan temas de pura supervivencia. Entre estos grandes temas está el de la libertad de enseñanza en su más amplio sentido de pluralidad educativa y libre elección de los padres a elegir el modelo de educación que quieren para sus hijos.
Respaldo constitucional
Se está fraguando la eliminación de dicha pluralidad y libre elección, consagrada en el artículo 27 de la Constitución española. Y ello con un objetivo claro: instaurar el pensamiento único dirigido desde el aparato del Estado.
Escuela única es sinónimo de pensamiento único y en este objetivo se coloca en primer plano la eliminación de la enseñanza concertada.
Los cristianos no podemos permanecer impasibles ante este ataque a nuestras libertades. Primero porque somos tan ciudadanos como los demás y segundo, porque se trata de eliminar los colegios de inspiración cristiana, ya que la mayoría de los colegios concertados son religiosos y, más concretamente, católicos.
La Constitución consagra la libre elección de centro por parte de los padres, ya que son ellos los protagonistas de la educación de sus hijos, siendo el Estado subsidiario, y no al revés. También garantiza la libre creación de centros desde la sociedad civil de acuerdo con la pluralidad que en la misma existe, porque sin ello no habría verdadera libertad educativa.
Formación integral
España es un país de raíces cristianas donde hay una gran demanda social de la enseñanza religiosa. Muchos padres valoran mucho más la formación en valores cristianos, la formación integral de la persona (incluyendo la dimensión religiosa y transcendente), que el aprendizaje de nuevos idiomas o disciplinas varias.
Y ahí está la Iglesia formando a la sociedad del mañana a través de distintas órdenes religiosas dedicadas a la enseñanza; padres cristianos comprometidos que se asocian para fundar colegios donde sus hijos aprendan lo más importante: de dónde venimos y a dónde vamos, a la luz del Evangelio.
No van a poder con la concertada porque no vamos a parar, pero tenemos que creérnoslo y no dar la batalla por perdida. La Constitución está de nuestro lado.
Pública y privada
Mientras resuelven los jueces los múltiples recursos que se plantearán ante una posible ley injusta que quiera eliminar la enseñanza concertada, tratarán de asfixiarla reduciendo ratios y aumentando plazas en la pública, incluso sin demanda social para ello.
Queremos una enseñanza de calidad pública y privada y defenderemos esta última con uñas y dientes conscientes de la importancia que tiene transmitir los valores del Evangelio desde la escuela, en plena coherencia con lo que nuestros hijos viven en casa. Ni más ni menos.