Vocación de Felipe y Natanael.
1.-Introducción.
Ven Espíritu Santo, inspira y manda tu luz para que tu cercanía me ayude a seguirte más de cerca. Hoy, por la fe, yo quiero hacer realidad en mí aquel encuentro que los discípulos tuvieron contigo. Todo lo que Tú fuiste para ellos entonces, quiero que seas hoy conmigo. Por eso pido al Espíritu Santo que me contagie aquella fe de los primeros discípulos.
2.- Lectura reposada del Evangelio. Juan 1, 43-51
En aquel tiempo Jesús quiso partir para Galilea; encuentra a Felipe y le dice: «Sígueme». Felipe era de Betsaida, de la ciudad de Andrés y Pedro. Felipe se encuentra con Natanael y le dice: «aquel de quien escribieron Moisés en la Ley y los profetas lo hemos encontrado: Jesús el hijo de José, el de Nazaret». Le respondió Natanael: «¿De Nazaret puede haber cosa buena?» Le dice Felipe: «Ven y lo verás».
Vio Jesús que se acercaba Natanael y dijo de él: «Ahí tenéis a un israelita de verdad, en quien no hay engaño». Le dice Natanael: «¿De qué me conoces?» Le respondió Jesús: «Antes de que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi». Le respondió Natanael: «Rabbí, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel». Jesús le contestó: «¿Por haberte dicho que te vi debajo de la higuera, crees? Has de ver cosas mayores». Y le añadió: «En verdad, en verdad os digo: veréis el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre».
3.- Qué dice el texto.
Meditación-Reflexión
“Jesús quiso partir para Galilea”. Con esta simple indicación, el evangelista Juan nos va a indicar la inclinación de Jesús por los pobres y marginados. Ante la sorpresa de Natanael de que “de Galilea pueda salir algo bueno”, Felipe se limitó a decirle: “Ven y verás”. Es la respuesta que debemos dar los creyentes a tantos incrédulos e indiferentes que se cruzan por nuestro camino. Ven y verás. Verás lo que el Señor es capaz de hacer de tu vida desde el momento en que recorras el camino maravilloso de la fe. Verás las maravillas que es capaz de hacer Jesús con el corazón que confía en Él. ¿Acaso alguno se ha acercado a Él y ha salido igual que antes? ¿Acaso sus palabras no son capaces de hacer arder el corazón? “Veréis el cielo abierto” alude a la visión de Jacob en Betel (Gn 28,11-27). La verdadera escala de Jacob, el verdadero encuentro de Dios con los hombres, es Jesús. No hay otro nombre en el cielo ni en la tierra.
Palabra del Papa.
Lo que más cuenta en la narración de Juan es la confesión de fe que al final profesa Natanael de manera límpida: «Rabí, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel». Si bien no alcanza la intensidad de la confesión de Tomás con la que concluye el Evangelio de Juan: «¡Señor mío y Dios mío!», la confesión de Natanael tiene la función de abrir el terreno al cuarto Evangelio. En éste se ofrece un primer e importante paso en el camino de adhesión a Cristo. Las palabras de Natanael presentan un doble y complementario aspecto de la identidad de Jesús: es reconocido tanto por su relación especial con Dios Padre, del que es Hijo unigénito, como por su relación con el pueblo de Israel, de quien es llamado rey, atribución propia del Mesías esperado. Nunca tenemos que perder de vista ninguno de estos dos elementos, pues si proclamamos sólo la dimensión celestial de Jesús corremos el riesgo de hacer de Él un ser etéreo y evanescente, mientras que si sólo reconocemos su papel concreto en la historia, corremos el riesgo de descuidar su dimensión divina, que constituye su calificación propia. (Benedicto XVI, 4 de octubre de 2006).
4.- Qué me dice hoy a mí esta palabra de Dios. (Guardo silencio).
5.- Propósito: Tener a Jesús no como un camino más sino como el camino, el único camino para ir al Padre.
6.-Dios me ha hablado a través de su Palabra. Y yo ahora le respondo con mi oración.
Te doy gracias porque me invitas a seguirte, a servirte a ti personalmente, por encima de creencias, dogmas, o normas morales. Quiero alcanzar una adhesión total, vital a tu persona, para poder corresponder a tu llamada. Comprendo que vale la pena renunciar a todo lo que me pueda apartar de Ti, quiero esforzarme para dejar que Tú me transformes, para que mi forma de pensar, de sentir, de amar, sea tu forma de pensar, de sentir y de amar. Como Juan Bautista yo también quiero afirmar: “Conviene que Él crezca y que yo disminuya”.
ORACIÓN EN TIEMPO DE LA PANDEMIA.
Señor Resucitado: Mora en cada uno de nuestros corazones, en cada enfermo del hospital, en todo el personal médico, en los sacerdotes, religiosos y religiosas dedicados a la pastoral de la salud, en los gobernantes de las naciones y líderes cívicos, en la familia que está en casa, en nuestros abuelos, en la gente encarcelada, afligida, oprimida y maltratada, en personas que hoy no tienen un pan para comer, en aquellos que han perdido un ser querido a causa del coronavirus u otra enfermedad. Que Cristo Resucitado nos traiga esperanza, nos fortalezca la fe, nos llene de amor y unidad, y nos conceda su paz. Amén