Hace unos días encontré entre las librerías de mi padre un pequeño libro sin tapa llamado El Espírito Deportivo. Escrito a máquina y editado por la Sección de Actividades Deportivas de la Delegación Nacional de la Juventud con motivo de la II Concentración Nacional del Deporte Escolar (Galicia, 1975).
Apenas 25 páginas de pequeñas indicaciones que comienzan con el objetivo del librito: “Con todo el cariño hemos elaborado y recopilado estas ideas, para ayudarte a ser un deportista integral”.
No me puedo resistir a recopilar el decálogo de anotaciones que, a mi juicio, son las más destacadas:
“(…) Honra al contrario y no envidies su triunfo. Es un compañero.
(…) El entrenamiento es la más decisiva de las pruebas.
(…) Que no te engañen los laureles. La verdadera recompensa debe estar en el fondo de tu corazón.
(…) Al deportista se le conoce por su modo de comportarse, no por las victorias que consigue.
(…) El auténtico deportista se conoce, se gobierna y se vence.
(…) El deporte bien entendido es actividad humana, no solamente perfecciona el cuerpo, sino también la mente.
(…) No confundas el éxito, con el mérito.
(…) La indolencia es la erosión de la juventud.
(…) Exagerar la propia fuerza significa descubrir la propia debilidad.
(…) El deporte forma personas para la vida.”
Cada una daría para una profunda reflexión antropológica, tarea que dejo en tus manos, querido lector.