Opinión

Raúl Gavín

Sin conversión del bolsillo no hay conversión

29 de octubre de 2020

Estos días se ha hecho viral un vídeo en el que un párroco solicitaba en la homilía la ayuda económica de los fieles. El periódico que lo publicaba se complace habitualmente en incorporar mensajes que comprometen la imagen de la Iglesia. Lejos de escandalizarme, estas imágenes me han hecho pensar estos días sobre la importancia que tiene para los católicos “salar nuestro dinero”.

El dinero se ha convertido en el nuevo tabú para esta generación. Los sacerdotes tienen complicado predicar sobre este tema y no digamos pedir dinero a sus feligreses porque existe una especie de pacto tácito entre los hombres según el cual se considera de mal gusto hablar directamente de algo tan íntimo.

Necesitamos ser predicados sobre nuestra relación con el dinero porque también la vida económica del cristiano se ha de distinguir de la del pagano. No se es cristiano en algunas facetas de la vida: o se es en todo o no se es; o a la conversión del corazón sucede la conversión del bolsillo o no hay conversión.

Detienen a un hombre robaba la limosna de la iglesia con un alambre

A la mayoría nos educaron para que contempláramos el dinero como aquel tótem que nos concedería la felicidad que ansiamos y la seguridad que necesitamos. Sin embargo, no es esto lo que nos transmitió Jesucristo y custodia su Iglesia.

El libro de los Hechos de los Apóstoles describe cómo los cristianos vivían unidos y tenían todo en común; vendían sus posesiones y sus bienes y repartían el precio entre todos, según la necesidad de cada uno.

Muchos descartarán imitar estas conductas por considerarlas propias de otros tiempos, de una cultura diferente pero que hoy en día este tipo de prácticas son una quimera. “Cuesta mucho ganar nuestro dinero como para soltarlo así a la ligera” pensarán la mayoría..

Un hombre que pedía limosna en Alicante entrega una riñonera con 120 euros  que encontró | Radio Alicante | Cadena SER

Es un aspecto capital de nuestra vida porque no seremos cristianos adultos si solo nos desprendemos de nuestro tiempo para servir a la Iglesia dando catequesis o mediante el voluntariado. Por supuesto que esta es una actitud generosa, pero no es suficiente. Nos privamos de ver a Dios si nuestro dinero es igual de sagrado que aquello sagrado a lo que servimos.

Necesitamos que la Iglesia nos recuerde que no creceremos en espíritu y gracia si no nos desprendemos de tan pesado fardo. Porque si no aceptamos en nuestra vida cierto riesgo, cierta inseguridad, jamás podremos ver la gloria de Dios y su providencia.

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