El pan que se parte, reparte y comparte

Diócesis de Barbastro-Monzón
14 de junio de 2020

El obispo de la Diócesis de Barbastro-Monzón, Mons. Ángel Pérez, presidió en la Catedral de Barbastro la celebración del Corpus Christi, acompañado del vicario general, Ángel Noguero, y del consiliario de Misiones, Antonio Plaza. Ante los fieles, comenzó su homilía aludiendo a los grandes ausentes de esta solemne celebración: los niños y niñas que en mayo hubieran hecho la Primera Comunión y para los que, dijo, tenía una pregunta preparada: ¿Qué significa que alguien es un trozo de pan?

Lanzado el interrogante, señaló que «Dios, que nos ama tanto y quiere estar siempre con nosotros se quiso hacer pan, pan ungido, pan tierno, ese pan que se parte, que se reparte, que se comparte. Dios es pan para que tú no mueras, para que nos sintamos alimentados en el alma y llenarla de Dios». Ese Dios que se hace pan, que vive en la Iglesia y en ella tiene un tabernáculo, «quiere estar dentro de ti. Comunión. Cada uno de nosotros, cuando comulgamos, nos convertimos en el mejor retrato de Dios, en el mejor espejo. Que quien me vea, te vea; que quien me oiga te oiga».

En el Día de la Caridad, agradeció de manera especial a los que ponen su tiempo, su vida, sus cualidades para ayudar a los demás, agradecimiento que concretó en los voluntarios, equipo de profesionales y de dirección de Cáritas Diocesana de Barbastro-Monzón. Para que pueda seguir sustentándose su labor, el obispo pidió un gesto: que cada diocesano done un euro a Cáritas. «Si es menos, no importa. Lo que importa es que lo hagamos juntos porque este coronavirus nos ha hecho ver lo frágiles que somos y lo necesitados que estamos unos de otros».

Procesión con la Cofradía de la Minerva

Al finalizar la eucaristía, se formó la comitiva para procesionar por el interior del templo catedralicio. A la cabeza, los integrantes de la Cofradía del Santísimo Sacramento, Minerva, que portaban cirios, su prior – Enrique Albert- con el estandarte y cuatro de ellos sujetando el palio de cuatro varas para cubrir el Santísimo, que portaba el obispo, seguido por los presidentes de las cofradías de Semana Santa. El recorrido circular por las naves laterales, que comenzó bajo el retablo de San Ramón, se completó con la salida del Obispo a la puerta principal, para bendecir con el Santísimo a toda la ciudad, bendición que repitió posteriormente desde el altar mayor.

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