El domingo 29 de octubre comenzó la visita pastoral del arzobispo don Vicente Jiménez Zamora al arciprestazgo de Alagón, con la celebración de la eucaristía, en la iglesia parroquial de San Pedro Apóstol de Alagón, concelebrada por todos los sacerdotes y compartida por un numeroso grupo de fieles llegados de las 16 parroquias que forman este Arciprestazgo.
Durante el mes de noviembre el arzobispo ha visitado, una a una, las 16 parroquias del arciprestazgo de Alagón: Figueruelas, Alcalá de Ebro, Cabañas de Ebro, Grisén, Bárboles, Oitura, Pleitas, Urrea de Jalón, Bardallur, Plasencia de Jalón, Pinseque, Torres de Berrellén, Marlofa, La Joyosa, Pedrola y Alagón.
En cada una de ellas, don Vicente ha celebrado la eucaristía, ha visitado a los enfermos en sus hogares y en las residencias de ancianos. Ha visitado a niños y jóvenes en los colegios e institutos. Han tenido lugar las visitas institucionales a los ayuntamientos y numerosas fábricas y negocios familiares.
También es de destacar en esta visita pastoral las múltiples asambleas parroquiales que ha tenido don Vicente en cada una de las parroquias. En estas asambleas, todos los agentes de pastoral han podido escuchar al arzobispo y, a su vez, manifestarle aquellas inquietudes y dificultades que viven como cristianos en medio de la sociedad.
De esta manera don Vicente ha ido confirmando en la fe con su fortaleza, aportando seguridad en la esperanza con su sabia experiencia, y consolidando en la calidad con su ejemplo solidario fraterno.
Se han vivido estos días como tiempo de gracia, apostando en su entrega por la nueva evangelización, como discípulos misioneros, al encuentro de familias y jóvenes especialmente con nuevos lenguajes; y en una iglesia de «puertas abiertas», acogedora, comunitaria, sencilla. Objetivos actuales de nuestro plan diocesano de pastoral.
En palabras del arcipreste, el día que tuvo lugar la misa de clausura de la visita pastoral el domingo 26 de noviembre en la iglesia parroquial de Pedrola: «ha realizado con creces su designio de acercarse a los sencillos, los humildes y enfermos; le hemos podido compartir nuestros límites y pesares, alegrías y esperanzas. Hemos sentido un padre bueno y sabio, cercano y amigo, misericordioso y comprensivo. No podemos despedirle, porque está en su casa, desde el alma firmamos: el Señor en usted ha estado grande con nosotros, y estamos alegres…».
