Opinión

Víctor Vicente

La bicicleta que salvó vidas

6 de junio de 2020

La que a continuación narro es una historia de principios morales. Una historia llena de vida, de amor. Una historia de oportunidad y de responsabilidad. La historia de una bicicleta que salvó vidas.

En el año 1914 nació Gino Bartali en Ponte a Ema (Florencia). Bartali inició su andadura como ciclista por casualidad. No comenzó a rodar una bicicleta hasta disponer de una al trabajar en un taller donde las arreglaban, momento en el que pudo comenzar a entrenar entre las escarpadas carreteras de la Toscana. Fue profesional entre los años 1935 y 1954, periodo que le sirvió para ganar dos veces el Tour de Francia (en 1938 y 1948) y tres veces el Giro de Italia (1936, 1937 y 1947).

Sus grandes momentos para la historia del deporte tuvieron una fuerte influencia también para la sociedad Italiana, en especial tras el fin de la segunda guerra mundial. En esos años se convirtió en un icono para una sociedad Italiana dividida, ganando el Giro de Italia d 1947 y un épico Tour de Francia en 1948, donde se tomó la icónica imagen de los rivales Coppi y Bartali pasándose el bidón de agua en pleno puerto. Aún se discute quién se lo facilitó a quién. Pero la cuestión más importante no es esa, sino una cuestión de fondo. Dos hombres con gran rivalidad, que también dividían a Italia en dos en momentos duros, se tendieron la mano priorizando la solidaridad en un sufrido momento.

Su hija, Andrea, le retrató como un católico ferviente, que no alardeaba demasiado e intentaba hacer el bien por los demás. En tiempos de la segunda guerra mundial, cuando le llamaban héroe por sus hazañas deportivas él apuntaba que “los héroes reales son otros, aquellos que sufrieron en su alma, su corazón, su espíritu, su mente, por sus seres queridos. Ellos son los héroes reales. Yo soy solo un ciclista'»

La verdadera hazaña de Gino Bartali, la que sin duda merece la categoría de heroicidad, no quiso compartirla en vida. Detalle que ratifica sus principios, su espiritualidad y su moral. Demuestra que sus actos están promovidos por unos valores profundos que no necesitan del ego de los aplausos para satisfacerse.

Durante la guerra, Bartali colaboró con una red clandestina que intentaba salvar a judíos de ser exterminados. Esta red inter religiosa salvó cientos de personas que eran enviadas a campos de concentración.

Bartali actuaba en esta organización como correo, al facilitar la entrega y recepción de pasaportes falsos entre conventos e iglesias. Los documentos los escondía en el cuadro de la bicicleta, transportándolos a más de 300 km. Bajo la apariencia de intensos entrenamientos pudo trasladar estos documentos entre ciudades vigiladas por controles policiales del régimen.

Consciente de que el deporte era un elemento importante para consolidar su régimen, Musolini quería ver el triunfo de un italiano en Francia. Bartali ganó el Tour y fue bautizado como “el ciclista del régimen”. Nada más alejado de la realidad, aprovechó la imagen de ciclista de la dictadura para tener la popularidad suficiente y poder transportar así los documentos sin sospecha.

Salvó vidas poniendo en juego la suya propia. ¿Por qué no lo contó a nadie? Quizás porque las cuestiones más profundas y verdaderas se tienen que quedar en tu corazón.

Recomiendo la visualización de la historia narrada en Informe Robinson:

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