La Catedral de Barbastro completó su aforo, según las normas vigentes en esta segunda fase de la desescalada, con los fieles que se unieron a la celebración de Pentecostés, en el día de la Acción Católica y del Apostolado Seglar. «Vamos a asistir a un milagro prodigioso: unos atemorizados e ignorantes pecadores se convierten, por inspiración del Espíritu Santo, en eficaces misioneros», anunció el vicario general, Ángel Noguero, en la monición de entrada, a unos asistentes que guardaron ordenadamente las distancias marcadas en los bancos.
El obispo, Mons. Ángel Pérez Pueyo, presidió la solemne eucaristía en la que el delegado de Apostolado Seglar, Pedro Escartín, predicó una homilía en la que recordó el camino recorrido desde el Pentecostés de 2019, pasando por el Congreso de Laicos de febrero pasado hasta llegar al momento actual. «Como se señaló en su ponencia final, estamos en un nuevo Pentecostés. La Iglesia está más viva que nunca«, afirmó antes de apuntar al trabajo por desarrollar con la puesta en marcha de las propuestas de acción congresuales. El sacerdote fue también el encargado de dar lectura a la Secuencia, texto litúrgico antiquísimo que define la obra obra y presencia del Espíritu Santo.
El obispo, antes de la bendición final, animó a los presentes a «estar en el mundo junto a aquellas personas que más necesitan a Dios aunque no lo crean». Y señaló las mascarillas, en el rostros de los fieles, subrayando su curioso carácter simbólico: a pesar de ellas, los seglares «estáis llamados a ser voceros de Dios».