¿Debería la Iglesia desprenderse de sus bienes para atender a los pobres?

Iglesia en Aragón
12 de mayo de 2020

Cuando ‘Iglesia en Aragón’ abrió la sección «Firmas» en su versión digital, buscaba ofrecer un espacio abierto al diálogo y a la pluralidad de ideas. Por eso, el ‘Consejo de Redacción’ celebra que los lectores se conviertan en autores, como ha ocurrido a raíz del artículo «Las joyas de la Virgen«, cuya autora, conocedora de primera mano de las indignas condiciones de vida que sufren tantas personas en el mundo, reflexionaba sobre los bienes de la Iglesia. Sin embargo, como plantea un lector, Javier, en el siguiente artículo, una cosa no está reñida con la otra.

Es habitual partir de las necesidades de los pobres para atacar a la Iglesia. Pero en la realidad, ¿a qué «riquezas» se refieren este tipo de postulados? Basta con mirar las pertenencias de la Iglesia, para no encontrar cosas lujosas por ningún lado. Los «tesoros» son un tesoro cultural, espiritual, histórico, pues se trata de iglesias, imágenes, cuadros, frescos, cálices, ornamentos…

Museos vaticanos.

Esos «tesoros» no tienen ningún valor comercial, ni financiero. Están dedicados al culto divino en iglesias o expuestos en Museos que conservan el patrimonio cultural de dos mil años de cristianismo. Muchas veces se insinúa que la Iglesia debería deshacerse de todo… para el bien de los pobres… y de los millonarios que participarían del remate… Bueno, hagamos números. ¿Cuánto representa en dinero todo lo contenido, por ejemplo, en el Vaticano? No tengo ni idea… pero digamos ¿cien millones de dólares? ¿Mil? ¿Diez mil?… ¿Qué es eso para el problema del hambre o del subdesarrollo? ¿Alguien de buena fe puede pensar que sería una solución real para los problemas de los pobres? Si se vendiera todo… ¿a cuántos ayudaría durante un día? ¿Serviría para algo? ¿No sería más bien un empobrecimiento inútil de la Iglesia…

Cualquier Estado del mundo con un pequeño porcentaje de su presupuesto anual podría posiblemente aportar mucho más que la venta total de todo el Vaticano, territorio incluido. Además, el problema de la pobreza no se arregla con una donación: es un problema de desarrollo y requiere un flujo permanente de recursos. Por ejemplo, ¿de qué serviría la donación de un hospital a un país que no contara con recursos para mantenerlo, pagar sueldos, comprar medicinas…? Hacer funcionar un hospital en no mucho tiempo es más caro que el hospital mismo…

Basílica de San Pedro.

Esto muestra que nadie puede seriamente proponer que, vendiendo cuatro imágenes, tres iglesias y unos cuadros… se podría arreglar algún problema de pobreza. Desprenderse de la tierra que contiene la propia historia y valores artísticos y culturales… no es un gran negocio para nadie. La pérdida del patrimonio cultural conduce a la pérdida de la propia identidad. Nunca he escuchado a un pobre quejarse de supuesta riqueza de su parroquia o capilla… en cambio los he visto trabajar y sacrificarse duramente para mejorarla. Son los que con más orgullo muestran sus «tesoros».

Además, la experiencia también enseña. En los años 60 y 70 hubo algunos sacerdotes que, quizá víctimas de esta acusación, vendieron imágenes, cálices, custodias… ¿Qué pasó con el fruto de su venta? Lo único claro es que no existen más… ¿Alguien puede pensar que esos cálices están mejor en vitrinas de las casas de los ricos que en un altar de cualquier iglesia?Yendo al fondo de la cuestión. ¿Cuál es el problema de los supuestos tesoros vaticanos? ¿Es malo que la Iglesia tenga bienes? ¿Que conserve obras de arte? ¿De dónde los saca? ¿A quién perjudica el tenerlos? ¿Es acaso contrario a la enseñanza de Cristo?

En realidad, no existe ningún problema. Basta recordar el elogio de Jesús a María por haber derramado un perfume carísimo sobre sus pies y a la viuda que puso todo lo que tenía como limosna al templo. Es más, es lógico que necesite bienes materiales. Como no está compuesta solo por ángeles, para enseñar a la gente el camino al cielo necesita edificios, bibliotecas, computadoras, autos… Para dar culto a Dios necesita templos, altares… Para ayudar a la piedad necesita imágenes, libros… Para enseñar a las gentes necesita escuelas, universidades…

No parece que en estos dos mil años la Iglesia se haya dedicado a acumular dinero: esos «tesoros» acumulados en dos mil años de donaciones… son objetos de culto, etc. Normalmente quienes han cuidado de esos bienes han sido personas que vivieron voluntariamente la pobreza, que dejaron todo por seguir a Cristo, que no han tenido nada de patrimonio personal. ¿Qué bienes tiene la Iglesia? Los que juzga necesarios para el cumplimiento de su misión, que es de orden exclusivamente espiritual. ¿Le parecería razonable vender la Pietá de Miguel Ángel y poner en su reemplazo una copia plástico inflable para que la gente le rece? Este cuestionamiento carece de sentido. Porque, ¿podría estar mal que la Iglesia tenga templos lindos? ¿Qué aportaría a la bondad de la Iglesia la fealdad y la pobretería?

Definitivamente, la belleza mueve al espíritu. Eleva del materialismo… Hace un gran bien al alma. Rezar frente a una imagen linda inspira, eleva el alma. Como criaturas espirituales, el arte es una de las manifestaciones más altas del espíritu humano. Nos eleva y dignifica.Los museos vaticanos muestran que la Iglesia siempre ha fomentado la cultura y todas las manifestaciones del espíritu humano, llegando a ser en ciertos casos la mejor protectora del arte, la ciencia y la cultura. La historia humana le debe mucho al respecto, ya que ha protegido el patrimonio cultural de las ochenta generaciones que nos separan de la época de Cristo.

Parece al menos curiosa la pretensión de disponer de bienes ajenos. Es decir, ¿quién es el que critica y ataca para decidir qué debería hacer la Iglesia con sus bienes (bienes que evidentemente no pertenecen al acusador)? Porque en el fondo, los bienes que causan tanto escándalo son una propiedad legítima de una institución con dos mil años de historia. No han sido robados ni saqueados, como por otro lado sí lo han sido muchos de los tesoros históricos, artísticos y culturales de los más grandes museos del Mundo como el Louvre, el Británico…

En este caso, han sido fruto de donaciones explícitamente hecha para ese fin: gente que ha donado sus propios bienes para que fueran usados para el culto divino, la educación, la formación del pueblo fiel, el Santo Padre, etc. Es decir, su legitimidad está fuera de toda duda. Lo más curioso e insostenible de la acusación es la insinuación de inacción frente al problema de la pobreza. Le desafío a buscar una institución que haya aportado tanto bien al mundo -y si quiere, en particular a los pobres- como la Iglesia Católica.

Si bien su fin es espiritual -la salvación de las almas-, ninguna institución con fines temporales podría haber representado tanto bien desde el mero punto de vista humano. No se olvide de quién «inventó» los hospitales y universidades. Quién promovió la educación a través de los siglos. Quién luchó contra la esclavitud. Quién se ha dedicado a atender a los minusválidos, a los huérfanos, inmigrantes, moribundos, leprosos, chicos de la calle… Quién atiende la mitad de los enfermos de SIDA que hay en el mundo… Una visita a algún comedor infantil de alguna villa, o a algún hogar de la Madre Teresa, o cualquier local de Caritas parroquial, o… Hay países, a la hora de catástrofes naturales, en los que la única institución fiable para repartir ayudas es Caritas… la gente no confía en nadie más. Algunos datos. Veamos la contabilidad del objeto del ataque de las riquezas del Vaticano.

El presupuesto anual de la Santa Sede es de 145 millones de dólares. A esto se debe añadir el Óbolo de San Pedro: 60 millones que se destina enteramente a obras de caridad y ayuda a necesitados. Es decir, estamos hablando de una institución que destina el 29,26% de sus ingresos brutos solo a obras de caridad… No contemos los millones de dólares que instituciones católicas (muchas pertenecientes a Conferencias Episcopales) dan de ayuda a los los países pobres: Adveniat, Ayuda a la Iglesia Necesitada, Manos Unidas, y un largo etc. Busca una institución que hoy haga más por los pobres que la Iglesia Católica.

¿No parece una burla esta crítica a la institución que -por lejos- hace más por los pobres? La lista de las labores asistenciales de la Iglesia Católica es realmente impresionante: tiene 5.900 hospitales, 16.700 dispensarios, 700 leprosarios, 12.600 hogares de ancianos, 19.500 orfanatos y guarderías, 11.500 centros de orientación familiar, 11.600 centros de educación especial y 44.500 centros asistenciales. Un total de 123.000 instituciones de asistencia en todo el mundo (cfr. La Iglesia Católica, de Pedro Brunori, Ed. Rialp, España).

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