Opinión

Eduardo Sanz de Miguel

Recuperar el Adviento

1 de diciembre de 2017

Aún no ha comenzado el Adviento (que este año 2017 empieza el sábado 2 de diciembre por la tarde) y ya es Navidad en los centros comerciales, en las escuelas, en las calles. Tradicionalmente los comercios comenzaban la temporada navideña a principios de diciembre, pero las cosas han cambiado y a partir de octubre ya se pueden ver adornos navideños en los comercios, tanto en los países de tradición cristiana como en los de Oriente Medio, Japón o China.

No solo han cambiado las fechas de la Navidad (que se han adelantado), sino también los contenidos. Numerosas páginas de internet recogen fotografías y comentan las costumbres que han surgido en estos últimos años en torno a la Navidad (conciertos de música clásica, cenas para enamorados en restaurantes de moda, «Christmas Cake» para el cumpleaños de Santa Claus, etc.).

Las películas de Hollywood han extendido la identificación de este tiempo con las decoraciones espectaculares, los conciertos benéficos, los personajes de la factoría Disney, el intercambio de regalos y los buenos sentimientos, acompañados por algún gesto de caridad, pero sin referencias religiosas explícitas. Para muchos, estas fiestas han perdido su identidad cristiana y se han convertido en unas meras vacaciones de invierno.

Todo eso es verdad, pero no debemos fijarnos solo en lo negativo. Las características de estas fechas también pueden ser interpretadas como el eco de la fe cristiana, que sigue perviviendo en nuestra sociedad, aunque muy difuminada. Es como cuando una estrella desaparece, pero su brillo puede ser percibido desde la tierra hasta mucho tiempo después. Así, las celebraciones del misterio cristiano aún conservan cierta capacidad de interpelar las conciencias y de despertar la esperanza, incluso en los ambientes donde parece que ha desaparecido la fe.

Si la Navidad ha sufrido una transformación tan grande, el Adviento ha desaparecido para la mayoría de nuestros contemporáneos, devorado por unas fiestas de fin de año que cada vez se adelantan y descristianizan más. Hasta el punto de que la misma palabra «Adviento» se ha vuelto extraña para la mayoría. Por eso vamos a intentar explicar su sentido teológico y espiritual.

Es importante recordar la seriedad del Adviento, que no consiste exactamente en la preparación para la fiesta del cumpleaños de Jesús. Tampoco es una mera evocación de las esperanzas del antiguo Israel.

La palabra latina «Adventus» traduce la palabra griega «Parousía». En ambos casos se refería a la visita del emperador a una ciudad con los consiguientes festejos: banquetes, reparto de monedas entre la población, liberación de encarcelados, cancelación de deudas e impuestos…

Los primeros cristianos aplicaron estos términos a la futura venida del Señor en gloria. Con el pasar del tiempo, la palabra «Parusía» se reservó para esa esperanza final y la palabra «Adviento» para el tiempo litúrgico anterior a la Navidad.

Durante el Adviento nos disponemos para acoger al Señor que viene a salvarnos. Podemos hablar de tres venidas suyas: una pasada, una futura y una presente.

    – Jesús VINO al mundo en la humildad de la carne, naciendo de la Virgen María hace más de 2000 años.

    – Jesús VENDRÁ con gloria al final de los tiempos para llevar a plenitud su obra salvadora.

    – Jesús VIENE siempre a nuestro encuentro, en cada acontecimiento, en las alegrías y en las tristezas, por lo que queremos estar en vela para acogerlo cuando llega a nuestras vidas.

Deseo a todos los lectores de Iglesia en Aragón un feliz inicio del Adviento. El Señor nos conceda descubrir su presencia entre nosotros, su constante venida a nuestras vidas, su salvación presente en nuestra historia.

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