Presentación del Señor: 2 de febrero de 2020

Raúl Romero López
27 de enero de 2020

DOMINGO 2 de Febrero del 2020.

 PRESENTACIÓN DEL SEÑOR

AMBIENTACIÓN

“En el encuentro entre el anciano Simeón y María, joven madre, el Antiguo y el Nuevo Testamento se unen de modo admirable en acción de gracias por el don de la Luz, que ha brillado en las tinieblas y les ha impedido que dominen: Cristo Señor, luz para alumbrar a las naciones y gloria de su pueblo Israel. El día en que la Iglesia conmemora la presentación de Jesús en el templo, se celebra la Jornada de la vida consagrada. De hecho, el episodio evangélico al que nos referimos constituye un significativo icono de la entrega de su propia vida que realizan cuantos han sido llamados a representar en la Iglesia y en el mundo, mediante los consejos evangélicos, los rasgos característicos de Jesús: virgen, pobre y obediente”. (Benedicto XVI, 2 de febrero de 2012).

Muchos ojos vieron y muchas manos tocaron a Aquel Niño que iban a circuncidar. Pero sólo unas manos lo tocaron con fe y unos ojos se emocionaron hasta decir que ya no le daba miedo la muerte. Eran las manos y los ojos del Anciano Simeón. No basta tocar a Jesús. Hay que tocarlo con fe.

LECTURAS:

Malaquías 3,1-4   –    Hebreos 2,14-18.

 EVANGELIO

Lc. 2,22-40

Cuando se cumplieron los días de la purificación de María, según la Ley de Moisés, llevaron a Jesús a Jerusalén para presentarle al Señor, como está escrito en la Ley del Señor: Todo varón primogénito será consagrado al Señor y para ofrecer en sacrificio un par de tórtolas o dos pichones. Y he aquí que había en Jerusalén un hombre llamado Simeón; este hombre era justo y piadoso, y esperaba la consolación de Israel; y estaba en él el Espíritu Santo. Le había sido revelado por el Espíritu Santo que no vería la muerte antes de haber visto al Cristo del Señor. Movido por el Espíritu, vino al Templo; y cuando los padres introdujeron al niño Jesús, para cumplir lo que la Ley prescribía sobre él, le tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo: «Ahora, Señor, puedes, según tu palabra, dejar que tu siervo se vaya en paz; porque han visto mis ojos tu salvación, la que has preparado a la vista de todos los pueblos, luz para iluminar a los gentiles y gloria de tu pueblo Israel.» Su padre y su madre estaban admirados de lo que se decía de él. Simeón les bendijo y dijo a María, su madre: «Este está puesto para caída y elevación de muchos en Israel, y para ser señal de contradicción, ¡y a ti misma una espada te atravesará el alma! – a fin de que queden al descubierto las intenciones de muchos corazones.» Había también una profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser, de edad avanzada; después de casarse había vivido siete años con su marido, y permaneció viuda hasta los ochenta y cuatro años; no se apartaba del Templo, sirviendo a Dios noche y día en ayunos y oraciones. Como se presentase en aquella misma hora, alababa a Dios y hablaba del niño a todos los que esperaban la redención de Jerusalén. Así que cumplieron todas las cosas según la Ley del Señor, volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret. El niño crecía y se fortalecía, llenándose de sabiduría; y la gracia de Dios estaba sobre él.

MEDITACIÓN-REFLEXIÓN

TRES ESPADAS QUE ATRAVESARON EL CORAZÓN

DE JOSÉ Y MARÍA Y QUE SON MUY ACTUALES EN NUESTROS DÍAS.

“Una espada te atravesará el alma”. María vivió siempre con una espada atravesada, no en el cuerpo sino en el alma. Cuando duele el cuerpo el dolor está localizado pero cuando duele el alma “duele todo”.  Y de este dolor también participó su esposo José. 

1.- La Espada del desarraigo.

         A los pocos días del nacimiento del niño, “el ángel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo: “Levántate, toma al Niño y a su madre, y huye a Egipto y quédate allí hasta que yo te avise; porque Herodes va a buscar al niño para matarlo”.

         Qué duro, o como se dice ahora, qué fuerte el que quieran matar al Niño apenas ha pisado este mundo. Y este Niño sólo viene a salvar…a hacer el bien…

María y José, sin protestar, sin pedir explicaciones abandonan su país, su pueblo, su casa, su familia…y marchan a Egipto, un país tan distinto y tan desconocido. Y allí, sin conocer a nadie, tienen que buscar un trabajo, una vivienda. Ellos eran pobres y es posible que los primeros días estuvieran sin trabajo, viviendo de limosnas, pasando por la humillación de tener que pedir…

Pero esta es la situación que, a lo largo de tantos siglos, la han vivido y especialmente en nuestro tiempo la están viviendo miles de personas huyendo de las guerras o de situaciones inhumanas de sus países de origen. Muchos de ellos arriesgan sus vidas y mueren en el intento.

Cualquier emigrante puede acudir a María y José. Ellos saben por propia experiencia lo duro que es vivir en un país extranjero…Lo han vivido, lo han experimentado. Ellos están preparados para comprender este tipo de situaciones, no desde fuera, dando una ayuda, sino desde dentro, metiéndose en el pellejo de los emigrantes.

2.- La Espada del despojo.

María y José han ido al Templo a cumplir con una vieja ley judía que mandaba ofrecer a Dios a los primogénitos. Como estaba prohibido sacrificar víctimas humanas, se rescataba al primogénito sacrificando un animal puro (un cordero, para los ricos y un par de tórtolas para los pobres), Una vez rescatado el niño, los padres ya tenían derecho a ese niño. Pero José y María saben que ese niño no se puede rescatar con nada. Ese Niño es de Dios y la madre, que lo ha dado a luz, no puede tener ningún derecho ni ninguna pretensión sobre él. Y, de hecho así fue. Jesús procedió con su madre con entera libertad. Él amaba a su madre con todo su alma, pero en las cosas de su Padre Dios le pudo decir lo mismo que le dijo a la Magdalena:” Noli me tangere”. No te metas en mis cosas.

Y esta ley del despojo hoy día la sufren los padres de un modo especial. Siempre ha ocurrido que los hijos, al ser adolescentes estén más a gusto con sus propios compañeros que con los padres. Siempre ha ocurrido que, al ser jóvenes, busquen un compañero o compañera, se enamoren y se vayan de casa. Es lo normal. Lo que es nuevo es que los padres tengan que aguantar el influjo terrible de la sociedad. Es la sociedad la que dicta la ropa que tienen que llevar tus hijos, es la sociedad la que marca a qué hora tienen que volver a casa, es la sociedad la que impone las costumbres, las modas, la manera de vivir. Y vosotros, padres, sois víctimas de esta sociedad que, en aras de la libertad, esclaviza a las personas.

3.- La espada del presentimiento.

          Tal vez la más cruel. María sabía que su hijo no iba a terminar bien. Una espada – más afilada que la de Damocles- estaba siempre encima de su cabeza. Cuando le llegaban noticias de que su Hijo había discutido con los fariseos, escribas, etc. Se ponía a temblar…A veces oía que lo querían despeñar…

Las madres sufren no sólo por lo que sucede a sus hijos sino por lo que presienten, por lo que se imaginan…Y ahora tienen un sufrimiento nuevo: Ya es costumbre que los hijos y las hijas se vayan de casa durante el fin de semana y se pasan toda la noche fuera.… Son jóvenes, van en coches, beben, Y los padres sin poder dormir, están pensando ¿Llegará o no llegará? ¿Llegará vivo o lo traerán muerto? El fin de semana que debería ser deseado para descansar de los trabajos de la semana, se convierte, para muchas madres y padres, en una tortura. ¿A quién acudir en esas largas e interminables noches de insomnio? A María, la Madre de Jesús. Ella ha llevado clavada en el corazón la espada del presentimiento….

PREGUNTAS

1.- ¿Miro con indiferencia a tantas personas que vienen a nuestro País huyendo de unas situaciones inhumanas? ¿Me intereso por ellas?

2.- ¿Vivo la fe como “despojo” de seguridades personales, poniendo mi total confianza y seguridad en Dios?

3.- ¿Sé valorar el sufrimiento de María, nuestra Madre, y de tantas madres por lo que les puede pasar a sus hijos?

ESTE EVANGELIO, EN VERSO, SUENA ASÍ:

Simeón lo tomó en brazos

y bendijo a Dios diciendo:

«Señor, según tu promesa,

despide en paz a tu siervo.

Porque mis ojos han visto
al Mesías verdadero,

al Salvador preparado,

envidia del mundo entero.

Será luz de las naciones,

de paganos, que están ciegos.
y a tu Pueblo le dará

gloria, fama, esplendor, éxito».

Su padre y su madre estaban

admirados, sin dar crédito

a las muchas alabanzas,

que decían del pequeño.

Los bendijo Simeón,

y a María, con afecto,

le dirigió unas palabras
sobre el niño y su proyecto:

«Mira, este niño es «bandera

discutida». Dos ejércitos
lucharán por conquistarla
con resultados diversos.

También a ti, como madre,

te espera un gran sufrimiento:

una espada de dolor,

te atravesará por dentro.

(José Javier Pérez Benedí)

PDF: 2 DE FEBRERO

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