Opinión

Carlos Munilla

¿Qué ofrece el cristianismo en Japón?

4 de diciembre de 2017

¿Qué ofrece el cristianismo en el siglo XXI? ¿Qué ofrece el cristianismo en el siglo de la globalización y las nuevas tecnologías? ¿Qué ofrece el cristianismo en una cultura no cristiana y en un país altamente desarrollado como Japón?

Llegué a Japón hace tres años y medio con temor y temblor, con mucha ilusión por poder vivir la misión en un mundo y en una cultura tan desconocida y diferente como es, el Imperio del Sol Naciente. Cuando uno va a Japón como misionero, vive un abajamiento, una humillación interior, una desapropiación de sí mismo muy difícil de expresar con palabras.

Cuando uno va a África o a América Latina, siempre tiene posibilidad de ofrecer promoción social, educación a través de Escuelas o Colegios, construcción de pozos y hospitales, de proyectos para mejorar la calidad de vida y la promoción del ser humano…pero cuando uno entra en el corazón de Japón, y se da cuenta que la sociedad japonesa está perfectamente estructurada, racionalizada y organizada, y que institucionalmente, funciona con una gran eficacia y eficiencia, uno se hace la gran pregunta: ¿Qué puede ofrecer el Cristianismo en un país como este? Un país sin raíces cristianas, de largas jornadas laborales, con 32.000 suicidios anuales, con un gran número de personas con enfermedades mentales por el stress y cansancio vital…

Quizás Japón obliga a ir a la raíz de nuestra fe, a la raíz de la experiencia profunda de Dios; quizás “lo único” que podemos ofrecer en Japón sea Dios mismo y a su Hijo Jesús; repensando nuestra fe liberándonos de nuestra categorías grecorromanas, replanteando nuestra fe desde unas categorías culturales totalmente distintas a las nuestras europeas, poniendo nuevas palabras cargadas de experiencia viva a ese susurro del amor de Dios que vive cada creyente en su historia personal, redescubriendo la fe más allá de lo cultural, pero expresándose a través de sus vehículos culturales-comunicativos: la imagen, el silencio, lo simbólico, la intuición más que la racionalidad, el ejemplo más que las explicaciones…

En realidad, para responder a la pregunta de qué ofrece el Cristianismo hoy, hay que “descalzarse”, hacerse pequeño, y descubrir también qué recibimos de aquellas culturas en las que vivimos, trabajamos y caminamos. Dios, a través de su Espíritu, trabaja cada cultura a su manera, modo y estilo, mucho antes de que nosotros llegáramos. Ofrecemos lo que recibimos, damos gratis lo que hemos recibido gratis. La fe es una oferta, no una imposición. Japón me está ayudando a recrear la experiencia del amor de Dios en mi vida.

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