Lectio Divina: 2 de enero de 2020

Raúl Romero López
30 de diciembre de 2019
Juan, ¿Qué dices de ti mismo?

1.- Oración introductoria.

Señor, hoy también a mí me vas a preguntar como aquellos judíos preguntaron a Juan ¿Qué dices de ti mismo? Mi respuesta es bien sencilla: de mí no puedo hablar porque todo lo que tengo lo he recibido de Otro que es más importante que yo. ¿Quién soy yo sin Jesús? No soy nada. Mi vida sólo tiene sentido con Jesús. Cuando me he apartado de Él, me he sentido perdido, fracasado, vacío, hueco por dentro.  Gracias, Señor, porque nunca he podido soportar el vivir lejos de ti. Tú nunca has sido un lujo para mí, sino una imperiosa necesidad.  Te necesito para adorarte, alabarte y amarte. Y desde ahí poder amar a los demás. Y en esa preciosa tarea encuentro mi auténtica y verdadera realización personal. Gracias, Señor, por lo bueno que siempre has sido conmigo.

2.- Lectura reposada de la Palabra: Juan 1, 19-28

Éste es el testimonio que dio Juan el Bautista, cuando los judíos enviaron desde Jerusalén a unos sacerdotes y levitas para preguntarle: «¿Quién eres tú?» Él reconoció y no negó quién era. Él afirmó: «Yo no soy el Mesías». De nuevo le preguntaron: «¿Quién eres, pues? ¿Eres Elías?» Él les respondió: «No soy». «¿Eres el profeta?» Respondió:»No». Le dijeron: «Entonces dinos quién eres, para poder llevar una respuesta a los que nos enviaron. ¿Qué dices de ti mismo?» Juan les contestó: «Yo soy la voz que grita en el desierto: ´Enderecen el camino del Señor´, como anunció el profeta Isaías». Los enviados, que pertenecían a la secta de los fariseos le preguntaron: «Entonces ¿por qué bautizas, si no eres el Mesías, ni Elías ni el profeta?» Juan les respondió: «Yo bautizo con agua, pero en medio de vosotros hay uno, al que vosotros no conocéis, alguien que viene detrás de mí, a quien yo no soy digno de desatarle las correas de sus sandalias». Esto sucedió en Betania, en la otra orilla del Jordán, donde Juan bautizaba.

3.- Qué dice el texto.

Meditación-Reflexión

El hombre es un ser que hace preguntas. Los niños aprenden preguntando ¿qué es esto? Pero, de mayores, debemos hacernos todos, esta gran pregunta: ¿quién soy yo? Los griegos solían decir: “Conócete a ti mismo”. Y es el propio Sócrates el que comenta este texto al joven Alcibíades: “Para conocerte a ti mismo no basta conocer tu cuerpo: Tienes que conocer el alma de Alcibíades. Y no llegarás a conocer tu alma si no conoces esa pequeña “centella de divinidad” que hay dentro de ella. Es verdad que toda persona está hecha a imagen y semejanza de Dios, pero esto no debe hacernos orgullosos ni altaneros, al contrario. Normalmente, cuando nos preguntan por nosotros, solemos contestar poniendo por delante   nuestros títulos: soy el Sr. ministro, el Sr. obispo, el Sr. alcalde, el Sr. párroco… Pero Juan contestaba: “Yo no soy”… Ni profeta, ni Elías, ni el Mesías. Soy la voz de otro, soy el que da paso a otro que es más importante que yo. Qué hermosa misión la de Juan: señalar con el dedo a Jesús y decir: ése es el Cordero de Dios que quita el pecado, las esclavitudes, el mal que hay dentro de nosotros. ¡Él es el importante!

Y escuchamos la palabra del Papa:

Nos hará bien hoy, a nosotros, preguntarnos sobre nuestro discipulado: ¿anunciamos a Jesucristo? ¿Aprovechamos o no aprovechamos nuestra condición de cristianos como si fuera un privilegio? Juan no se apoderó de la profecía. ¿Vamos sobre el camino de Jesucristo? ¿El camino de la humillación, de la humildad, del abajamiento, del servicio? Y si nosotros encontramos que no estamos parados en esto, preguntarnos: Pero ¿cuándo ha sido mi encuentro con Jesucristo, ese encuentro que me llenó de alegría? Y volver al encuentro, volver a la primera Galilea del encuentro. ¡Todos nosotros tenemos una! ¡Volver a encontrarla! Reencontrarnos con el Señor e ir adelante sobre este camino tan bello, en el cual Él debe crecer y nosotros disminuir. (Cf. S.S. Francisco, 7 de febrero de 2014, homilía en Santa Marta).

4.- Qué me dice hoy a mí este texto. (Guardo silencio)

5.-Propósito: Descubrir el gozo de vivir el día con toda sencillez, como uno más, como uno de tantos.

6.- Dios me ha hablado hoy por medio de su Palabra; y ahora yo le respondo con mi oración.

Necesito ser más humilde, Señor, para permanecer cerca de Ti, conociendo y haciendo vida tu Evangelio. Haz que yo no responda con teorías bonitas, que hable sólo desde mi propio testimonio, desde lo que yo he experimentado, de lo que tú, Dios mío, has hecho en mí.  Tú eres el único que da sentido a mi vida.  De nada me sirve la fama, el poder, los bienes materiales. Lo único que me importa es el permanecer unido a Ti para poder dar testimonio de mi fe y realizar la misión que me has encomendado.

PDF: 2 DE ENERO

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