¿Qué es el hombre? Un gusano con alas

Raúl Romero López
30 de diciembre de 2019

Salmo 55

Descarga aquí el pdf completo

 2 Dios mío, escucha mi oración,

no te cierres a mi súplica,

3 hazme caso y respóndeme:

me agitan mis ansiedades.

4 Me turba la voz del enemigo,

los gritos del malvado;

descargan sobre mí calamidades,

y me atacan con furia;

5 se me retuercen dentro las entrañas,

me sobrecoge un pavor mortal,

6 me asalta el temor y el terror,

me cubre el espanto;

7 y pienso: “¡Quién me diera alas de paloma

para volar y posarme!

8 Emigraría lejos,

habitaría en el desierto,

9 me pondría en seguida a salvo de la tormenta,

del huracán que devora, Señor,

10 del torrente de sus lenguas”.

Veo en la ciudad violencia y discordia:

11 día y noche hacen la ronda

sobre sus murallas;

en su recinto, crimen e injusticia,

12 dentro de ella, calamidades;

no se apartan de su plaza

la crueldad y el engaño.

13 Si mi enemigo me injuriase,

lo aguantaría;

si mi adversario se alzase contra mí,

me escondería de él;

14 pero eres tú, mi compañero,

mi amigo y confidente,

15 a quien me unía una dulce intimidad;

juntos íbamos entre el bullicio

por la casa de Dios.

16 Que los sorprenda la muerte, que bajen vivos al Abismo,

pues la maldad anida entre ellos.

17 Pero yo invoco a Dios,

y el Señor me salva:

18 por la tarde, en la mañana, al mediodía,

me quejo gimiendo.

Dios escucha mi voz:

19 su paz rescata mi alma

de la guerra que me hacen,

porque son muchos contra mí.

20 Dios me escucha, los humilla

el que reina desde siempre,

porque no quieren enmendarse

ni temen a Dios.

21 Levantan la mano contra su aliado,

violando los pactos;

22 su boca es más blanda que la manteca,

pero desean la guerra;

sus palabras son más suaves que el aceite,

pero son puñales.

23 Encomienda a Dios tus afanes,

que él te sustentará;

no permitirá jamás

que el justo caiga.

24 Tú, Dios mío, los harás bajar a ellos

a la fosa profunda.

Los traidores y sanguinarios

no cumplirán ni la mitad de sus años.

Pero yo confío en ti.

 

INTRODUCCIÓN

Se trata de un salmo de lamentación y súplica en un peligro grave. El orante se entretiene en describir larga y confusamente, como confuso está su interior, una situación donde la perfidia y el mal campan por todas partes hasta anidar en el mismo corazón de la ciudad. El salmista vive en un clima de un natural abandono en Dios. “Alma tierna, extremadamente impresionable, no tiene nada de combativo” (E. Podechard). Todo lo que piensa es poder decir: “Oh Dios mío, escúchame, no te ocultes”. El salmista más que un justo es un santo. Los versículos 19ab-24 parecen cánticos diferentes: “Restos de un poema insertado aquí sin razón” (H. Gunkel). El P. Alonso Schökel dice que en el salmo se da un movimiento de vaivén: entrar y salir; recogerse y asomarse; expandirse y concentrarse. ¿En qué época fue escrito? Nos atenemos a la opinión más general de que se trata de época tardía. “El estilo y la lengua del salmo sugieren más una época posterior al exilio que una época anterior” (W. Oesterley).

 

REFLEXIÓN-EXPLICACIÓN AL MENSAJE ESENCIAL DEL SALMO

 

Dios siempre deja la puertea abierta. v.2.

El salmista le pide a Dios algo tan sencillo como que le escuche, que le atienda. “Que no se cierre”… Cerrarse es un modo de desentenderse. A veces Dios cierra los ojos para no ver. Se tapa los oídos para no escuchar (Is 1, 15). En realidad se trata de una estrategia por parte de Dios para hacer cambiar la conducta del pueblo. “Hacen subir a su corazón sus ídolos y los ponen de tropiezo, ¿y voy a escucharles? (Ez 14, 3).  Pero Dios siempre tiene abiertas las puertas del corazón. “Él es la puerta” (Jn 10, 9). Es Él quien, con infinito amor, llama a nuestras puertas: “Estoy a la puerta y llamo” (Ap 3, 20).

 

El rio de la vida, a veces, lleva aguas amargas; pero el creyente nunca se deja arrollar por él. (5-6).

Lo mismo que existe un amor entrañable, nacido de las entrañas, hay también un dolor que sale de dentro, de lo más hondo, de lo más profundo. Y tiene tanta fuerza que es como un río desbordado que me arrolla y me anega. El rio de la existencia humana lleva aguas sucias y torrenciales que acaban en un “mar de muerte”. Pero el rio que baja de al lado del Templo es capaz de sanear esas aguas y convertirlas en aguas de vida (Ez. 47)

 

“Y pienso: ¡Quién me diera alas de paloma para volar y posarme! (v.7-10)

Decimos que el miedo es malo. Y el salmista tiene mucho miedo. Por eso su imaginación está pensando en la huida. Envidia la capacidad de volar que tiene el ave: alas de paloma. ¿Se inspira en la paloma del arca que se aleja de los hombres aprisionados en el arca, cercado de aguas hostiles? El pájaro quiere reposo después del vuelo… Esto le sirve al autor para expresar sus sentimientos: huir de los hombres y pedir al desierto un lugar de acogida. Pero se encuentra con un huracán que todo lo aniquila. “Torrente de lenguas”, es decir, palabras y discursos de los enemigos que fluyen amenazadores. Normalmente los canales son benéficos, sirven para “alegrar y fecundar la ciudad” (Sal 46, 5), pero aquí se han vuelto perniciosos. La lengua que debería ser instrumento de convivencia se ha vuelto factor de división.

 

“Cuando fallan los cimientos de la razón y la justicia, ¿Qué puede hacer el justo? (v. 11-12).

En las murallas, signo de seguridad ciudadana, hacen la ronda día y noche la violencia y la discordia. Han suplantado a los centinelas. Esta es la situación al exterior. En el recinto, donde antes habitaba el derecho (Is 1, 21), se han instalado el crimen, la injusticia y las calamidades. En la plaza del mercado, lugar de convivencia y donde se administra la justicia, se violan todos los derechos.  Pensemos en nuestras comunidades cristianas. Cuando ha desaparecido el amor, la fraternidad, la solidaridad… sobran todas las murallas y los centinelas. Cuando se enfría la caridad todos los enemigos están al acecho. Y entonces, ¿qué? ¡Aún me queda Dios! ”Al Señor me acojo” (Salmo 11).

 

¡Cómo duele la traición del amigo! v.13-15.

Con el enemigo siempre hay distancias. Al amigo se le abren todas las puertas: las de la casa y, sobre todo, las del corazón. Se le deja que pase hasta dentro. Nos hemos entregado a él saliendo de nosotros mismos. La traición del enemigo es comprensible, pero la del amigo nos duele en lo más íntimo. Los enemigos del salmista no son extranjeros, sino de Jerusalén. Gente que, a pesar de estar en la ciudad santa y en el Templo, han perdido el sentido de Dios. El amigo que le traiciona es alguien de la misma mentalidad, del mismo celo por Yavé: es un sacerdote o un levita. Ha tenido con él comunión de culto.

Es la traición del sacerdote amigo o de la hermana religiosa, o el catequista o el que tantas veces ha rezado conmigo la oración del Padre-Nuestro, ¡Cómo duele! Jesús llamó a Judas “amigo” Le lavó los pies y le dio a comer del mismo plato… Los evangelistas remarcan con asombro: ¡era uno de los Doce!

 

Lo que nos salva es la oración en todo tiempo (v. 17-18).

No es la huida lo que salva al salmista. Tampoco los amigos. Sólo la oración a Dios intensa y repetida: por la mañana, la tarde y la noche. Esta oración alude a la oración de los patriarcas: oración con Abrahán que se levantaba pronto para orar en el lugar donde antes había estado con el Señor (Gen 19, 27). Oración con Isaac que salía a meditar en el campo al atardecer (Gen 24, 63). Con Jacob que se dispuso a pasar la noche orando (Gen 28, 11).

 

 “Su paz rescata mi alma de la guerra que me hacen” (v.19).

La paz no es ausencia de guerra. Para un judío la paz, shalom, es el cúmulo de todos los bienes mesiánicos, es la felicidad plena. Esa paz interior es un don de Dios, fruto de su oración constante e íntima “como amigo que habla con su amigo”.  A Santa Teresa le debemos el definir la oración como “relación  de amistad”. Ella disfruta “orando” porque se deja amar por la persona a quien ella más quiere. Por eso puede decir de los conventos creados por ella: “Esta casa es un cielo para quien sólo se contenta de contentar a Dios”.

 

“Encomienda a Dios tus afanes, que él te sustentará; no permitirá jamás que el justo caiga” (v. 23)

Una voz interrumpe el discurso. ¿Qué es esa? Hay dos interpretaciones:

  1. a) litúrgica, a la parte de un salmista responde un oráculo oficial por parte de un funcionario del templo.
  2. b) psicológica: el orante escucha una voz interior. Dios se hace oír en lo íntimo del corazón del salmista. Éste le habló a Dios con el corazón abierto. Por esa misma puerta del corazón se ha colado Dios y le ha dado confianza y paz.

 

 “Pero yo confío en ti”  (v. 24).  

La confianza del salmista se halla inconmoviblemente asentada en Yavé. El salmista no ha confiado en las instituciones, en los decretos, en las leyes. Se ha fiado, como en otras ocasiones aparece en los salmos, de una persona. Y esa persona es Dios. La esencia de la fe es “fiarse de Dios” y esta fe la hemos heredado de los grandes creyentes de todos los tiempos; también de nuestros hermanos los judíos.

 

TRASPOSICIÓN CRISTIANA

 Delitzsch: “Vago de acá para allá, reflexionando y meditando, dando vueltas sin descanso, de un pensamiento a otro”

 

Orígenes: “Las alas son la contemplación, con la cual pasamos de las criaturas al reposo en la Santísima Trinidad”.

Kissane: “El autor de este salmo es un Jeremías destinado a sufrir en un mundo donde la intriga y la injusticia le aseguran el éxito”.

San Agustín: “Por la tarde el Señor en la Cruz; por la mañana en la Resurrección; al mediodía en la Ascensión. Contaré por la tarde la paciencia del que muere, anunciaré por la mañana la vida del que resucita, pediré al mediodía que escuche al que se sienta a la derecha del Padre”.

 

ACTUALIZACIÓN

 La fe de los judíos. 

A veces creemos que sólo los cristianos tenemos fe y no caemos en la cuenta que nuestra fe ha sido heredada de nuestros grandes padres en la fe: las patriarcas, los profetas, los sabios. Os cuento la siguiente anécdota. En el año 1970 yo estaba en Vitoria con un grupo de seminaristas que acudíamos a la Universidad, pero teníamos nuestro piso aparte. Después de los “nuevos aires” del Concilio Vaticano II, la Universidad trajo a dar una charla sobre judaísmo al representante de los judíos en España.  Han pasado muchos años, pero nunca olvidaré la respuesta del judío a una de las preguntas que se le hicieron. La pregunta era ésta: ¿Qué piensan los judíos actuales de la vida futura? Respuesta del Rabino: Ni lo sé ni me interesa. Me fío de Dios.

 

“El pájaro canta tranquilo sobre la rama cascada, porque sabe que tiene alas para volar”. (R. Tagore).

 

La tragedia del mundo actual secularizado es que voluntariamente se ha cortado las alas. A Teresa de Jesús le encantaba la imagen del “gusano de seda”. Antes de morir se construye su sepulcro con un precioso “capullo de seda”. Allí muere el gusano y, al tiempo, de ese capullo sale una bella mariposa con alas para volar. Si a Teresa de Jesús le preguntamos: ¿qué es el hombre?  Teresa contestará: “un gusano con alas”.

 

PREGUNTAS

  1. ¿Me he visto alguna vez traicionado por los amigos? ¿Cuál ha sido mi reacción?

 

  1. ¿Quiénes son los centinelas que rondan las murallas de mi comunidad? ¿El amor… el servicio…. la fraternidad? ¿O tal vez el enojo, la mentira, la mediocridad?

 

  1. Mi experiencia de vida comunitaria, ¿me capacita o me frena a la hora de crear nuevos lazos de amistad con las personas de afuera?

 

ORACIÓN

“Se me retuercen por dentro las entrañas”

En la Biblia, Señor, se nos habla de amor entrañable, el que viene de dentro, el que nace de las entrañas. Hoy el salmista nos habla de dolor entrañable, dolor íntimo, que sale de las entrañas y que no deja descansar ni vivir. Tú no has creado este dolor pero lo has padecido cuando todo tu cuerpo se retorcía en la cruz. Dame fortaleza en esos momentos. Haz que no pierda la fe. Y sepa poner en Dios Padre toda mi confianza.

 

“¡Quién me diera alas de paloma!”

Sí, dame alas, no para huir del mundo ni desentenderme de los problemas. Dame alas para cobijarme dentro de Ti. Dame alas para saber elevarme por encima de las circunstancias y situaciones difíciles y encontrar en Ti la auténtica solución. Dame alas para volar a mis hermanos que sufren como yo y poder ayudarles desde mi propia experiencia de dolor.

 

“Pero Tú eres mi amigo”

Nadie como Tú conoce la traición de los amigos. La has vivido en tu propia carne, Judas ha sido tu apóstol, tu confidente. Ha compartido contigo mesa y trabajo. Y, sin embargo, se ha servido de tu amistad para clavarte el puñal de la traición. Haz, Señor, que yo nunca te traicione. Haz que sepa responder con fidelidad a la amistad que me has brindado.

 

“Pero yo confío en Ti”

Déjame decir con tu apóstol: “Sé bien de quién me he fiado” (2 Tim. 1,12). Otros pueden confiar en la plata, en sus propias cualidades, en los amigos de este mundo. Yo prefiero confiar en Ti. Como María, tu madre, quiero abandonarme en Ti y poder decir: Yo siempre he confiado en el Señor y me ha ido muy bien.

Este artículo se ha leído 106 veces.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Compartir
WhatsApp
Email
Facebook
X (Twitter)
LinkedIn

Noticias relacionadas