Opinión

Isabel de Salas

Hablando claro

13 de noviembre de 2019
Tras las recientes elecciones, me ha dado mucho que pensar el modo de transmitir el mensaje de cada uno de los representantes políticos. Y la conclusión es solo una : hay que hablar claro. No pretendo hacer política desde aquí, nada mas lejos, pero si extrapolar los modos de comunicación mas efectivos en el mundo que nos toca vivir, a la hora de  comunicar la fe. De nada o de poco sirve el mensaje, si no llega a sus destinatarios. Para dar razón de nuestra esperanza cristiana y de los fundamentos de nuestra fe deberíamos pensar varias cosas.
En primer lugar, actualizar nuestro lenguaje. No se puede seguir hablando como antes del Concilio .La mayoría de los jóvenes, desconocen el significado de términos como » Trinidad beatísima » o » misión salvífica » por poner solo unos ejemplos . Estos términos son muy precisos y correctos para determinados escritos de altura y documentos de la Iglesia , pero las personas alejadas de la fe o carentes de formación, no solo no conectan sino que ven en éste lenguaje un motivo mas para no acercarse, pues no se sienten para nada, identificados con el mismo.
Tampoco podemos caer en la vulgarización de hablar de Jesús solo como un amigo , alguien que nos dá paz, porque es mucho más: es Dios , no un manual de autoayuda. El equilibrio estará pues en mostrar a Jesucristo no como una idea, ni algo abstracto y lejano, sino como una persona que nos ama . Cuando esto cala en quién nos escucha la persona ya está preparada para abrirse a la trascendencia de un Dios que nos salva. Mensajes claros, mensajes cortos. Dando un «titular» que sitúa al otro en el núcleo del mensaje que queremos transmitirle y luego, desarrollar o ejemplificar, pero no al revés.
En segundo lugar, nuestro ejemplo y coherencia cristiana, será sin duda el mejor » comunicador » de nuestra fé .
Se comunica con la vida, con la vivencia de las bienaventuranzas, con la lucha por parecernos al Maestro, cayendo y levantando. Si no hay coherencia entre la vida y el mensaje , nos podrían decir aquello de: «por favor, sea usted menos católico».
Y por último : la empatía y comprensión hacia el otro, la misericordia en los juicios y la paciencia que sabe respetar los ritmos de cada persona , con respeto absoluto a su libertad. Estos son elementos esenciales en la transmisión del gran tesoro de la fe.
Como dice el Papa Francisco, la verdad es como una piedra preciosa que hiere si se arroja  a la cara pero que salva y sana cuando es entregada con suavidad en la mano. Ser apóstol en el siglo XXI no es misión imposible.
La fuerza de Dios no se ha empequeñecido y es él el que mueve los corazones. Pero lo hace a través de nosotros.Y a nosotros nos toca actualizarnos en los modos de transmitir el mensaje evangélico, ser claros y hablar para que se nos entienda y lo más importante: hablar con nuestra vida.
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