«Nunca dudé de mi vocación, gracias a Dios»

Marta Latorre
10 de octubre de 2019

El próximo 15 de octubre, festividad de Santa Teresa, el convento de las MM Carmelitas de Maluenda celebrará la profesión de los votos temporales de la Hna Fátima María del Niño Jesús. La ceremonia tendrá lugar a las 11 de la mañana en la iglesia del convento. Hemos hablado con ella para que nos cuente cómo se siente ante el paso que va a dar.

LA LLAMADA

Fátima María es natural de la localidad de Yurimaguas, Loreto (Perú) y nos cuenta que  sintió su vocación mientras estudiaba Magisterio y  no tuvo dudas sobre cuál era su camino a seguir. «En el primer curso escuché la llamada del Señor que me invitaba a seguirle y aunque pensaba en mis padres y mis 7 hermanitos menores, y con un poquito de pena, sentí más grande la llamada del Señor y confiando en su Providencia, lo dejé todo para encontrarme con Dios.   Quería ser religiosa y el Señor me guió para que contactara con las Madres Carmelitas Descalzas de San José de Maluenda, en Zaragoza. Allí se necesitaban vocaciones y me sentí atraída por esta comunidad de vida contemplativa para, desde allí, seguir la misión de ofrecerme por los sacerdotes, misioneros y el mundo en general»,  nos explica.  El 18 de marzo de 2017 llegaba como postulante al convento.

SUS DOS FAMILIAS

Fátima María del Niños Jesús tiene 21 años y proviene de una familia de siete hermanos con profundas creencias religiosas. Su padre es catequista responsable de su comunidad allá en Perú y tanto él como su madre aceptaron con felicidad la decisión de su hija de irse a España, aunque eso no impidió que sintieran mucha pena cuando tuvo que partir.  Fátima María  considera a sus padres  los «causantes» de su vocación. «Diría que fueron ellos sin saberlo los que con su ejemplo cultivaron en mí el deseo de Dios, ayudaron a que me consagrara al Señor y como soy feliz y me lo notan cuando converso con ellos, también ellos son felices», nos cuenta.

Sobre el tiempo que lleva conviviendo con sus Madres y Hermanas en el convento destaca «la alegría que nos une en el Señor» y siente que su vida es como la que describe el Salmo que dice «Ved qué dulzura, qué delicia convivir los hermanos unidos».

LA PROFESIÓN DE VOTOS TEMPORALES

Sobre su próxima profesión de votos temporales, nos explica que se siente muy feliz «porque el Señor me sigue dando la fortaleza necesaria y su gracia para que dé este paso en mi vida religiosa. Estoy muy agradecida a mi querida Comunidad por el cariño y por la oportunidad que me dan de que siga fiel a mi vocación. Cada día siento que con su alegría y testimonio me ayudan a seguir al Señor».

La fecha elegida, 15 de octubre, será  «inolvidable» para Fátima María.  «Consagrarme este día tan extraordinario  para una Carmelita Descalza  es muy importante. Siento que ella -Santa Teresa de Jesús-  me tiene que ayudar a ser una santa Carmelita, igual que lo fue ella».  Además, sus padres van a estar con ella ese día tan señalado.  «Es una alegría inmensa contar con ellos. Espiritualmente estamos muy unidos y ellos siempre me aconsejan y animan  para que sea fiel a mi decisión».

Fátima María está segura del paso que va a dar porque «nunca dudé de mi vocación, gracias a Dios» y añade que eligió la Orden del Carmelo para vivir su vocación porque fue el Señor  quien le indicó que eligiera «el palomar de su Santísima Madre». «Para una carmelita no existen rejas ni muros, su oración traspasa los cielos y su parroquia es el mundo entero desde el silencio, la pobreza y la sencillez», concluye.

«NO TENGÁIS MIEDO A ENTREGAROS A DIOS»

Desde su juventud, aconseja que no se tenga miedo a entregarse a Cristo como dijo San Juan Pablo II. Ella ha encontrado en la vida contemplativa la «verdadera alegría de sentirse amada por Dios».  Para Fátima María «hay entre las rejas más libertad y verdadera paz que la que da el mundo». «Les diría a los jóvenes que busquen la alegría que no termina nunca, la fuente de la vida que es Dios porque nunca se agota. El resto de cosas cansan, no duran y son pasajeras, y» -prosigue- «en el corazón de una Carmelita tienen cabida en su oración diaria todos: Jóvenes, ancianos, los que sufren…», que sepan todos que «nadie está solo».

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