Salmo 27
1 El Señor es mi luz y mi salvación,
¿a quién temeré?
El Señor es la defensa de mi vida,
¿quién me hará temblar?
2 Cuando me asaltan los malvados,
para devorar mi carne,
ellos, enemigos y adversarios,
tropiezan y caen.
3 Si un ejército acampa contra mí,
mi corazón no tiembla;
si me declaran la guerra,
me siento tranquilo.
4 Una cosa pido al Señor,
eso buscaré:
habitar en la casa del Señor
por los días de mi vida;
gozar de la dulzura del Señor
contemplando su templo.
5 Él me protegerá en su tienda
el día del peligro;
me esconderé en lo escondido de su morada,
me alzará sobre la roca,
6 y así levantare la cabeza
sobre el enemigo que me cerca.
En su tienda sacrificaré
sacrificios de aclamación:
cantaré y tocaré para el Señor.
7 Escúchame, Señor, que te llamo,
ten piedad, respóndeme.
8 Oigo en mi corazón: “Buscad mi rostro”
9 Tu rostro buscaré, Señor,
no me escondas tu rostro.
No rechaces con ira a tu siervo,
que tú eres mi auxilio;
no me deseches, no me abandones,
Dios de mi salvación.
10 Si mi padre y mi madre me abandonan,
El Señor me recogerá.
11 Señor, enséñame tu camino
Guíame por la senda llana
Porque tengo enemigos.
12 No me entregues a la saña de mi adversario.
Porque se levantan contra mí testigos falsos
Que respiran violencia.
13 Espero gozar de la dulzura del Señor
en el país de la vida.
Espera en el Señor, sé valiente,
Ten ánimo, espera en el Señor.
INTRODUCCIÓN
Este salmo tiene dos partes muy distintas: la primera nos habla de la certeza y confianza (v. 1-6) mientras que, a partir del v. 7, hay una especie de ruptura- Aquí se habla de súplica y lamentación. (v.7-14) Por eso algunos autores han dicho que se trata de salmos diferentes. Pero la mayoría de los exegetas, siguiendo la tradición, hablan de un solo salmo, o de dos íntimamente unidos entre sí, formando una unidad.
«Los dos salmos se esclarecen el uno al otro. Los dos proceden de la misma mano y de la misma situación» (H.Schmidt).
Con Delitzsch, diríamos que se trata de un salmo de confianza dividido en dos partes: Confianza triunfante y confianza suplicante.
«Es este salmo un cuerpo cuya columna vertebral es la confianza» (Mannati).
Nos llama la atención la disposición del salmo. Nosotros hubiéramos puesto primero la súplica reiterada y urgente y después la confianza y la acción de gracias. Pero el salmista ha invertido el orden. Lo primero que hace es armarse de confianza para superar todos los obstáculos y todos los miedos. Después ahí aborda la súplica. El salmista parece decirnos: ¿qué sentido puede tener nuestra oración si antes no nos hemos fiado plenamente de Dios? ¿No es la confianza en él lo primero que debemos pedir?
Es significativo que en un salmo breve aparezca por tres veces la palabra leb, es decir, corazón. El salmista no quiere ir a Dios por los caminos de la razón. Y, como dice Pascal: «El corazón tiene razones que la razón no comprende». También abunda en el salmo el nombre de Yavé. “Y es que el nombre de Yavé es torre fuerte”. (Prov.18, 10).
REFLEXIÓN-EXPLICACIÓN DEL MENSAJE ESPECIAL DEL SALMO
Una bonita definición de Dios: DIOS ES LUZ (1)
La luz nos da idea de esplendor, claridad y belleza. En realidad, todo lo que se ama en la vida corriente: bondad, libertad, hijos, etc., antiguamente se denominaba “helios”, es decir, sol. Y en la Biblia la luz es emblema de alegría, de vida y de favor de Dios. El Señor será tu luz perpetua (Is 60). En la Biblia, la primera obra creada por Dios es la luz. Y al nacer se le denomina dar a luz. “Ver la luz del sol equivale a vivir. Dejar de ver la luz, morir” (F. Dölger).
Con Dios me siento tranquilo (3)
La imagen nos habla de agresión, de guerra. No es guerra de conquista en campo abierto. Es guerra en recinto urbano. El peligro es grave e inminente. Con todo, lejos de alejarle de la fe, todavía se la refuerza más. Una fe débil, como una pequeña llama, al menor vientecillo se apaga. Pero una gran hoguera, cuanto más viento, más se enciende.
A Dios sólo hay que pedirle una sola cosa (4)
Una cosa. El salmista es parco en la petición. Según la costumbre, los soberanos concedían al vasallo hacer una petición. Al ser una sola había que acertar. El salmista está seguro de dar en el clavo. ¿Qué pide? Estar siempre con el Señor. Ser su huésped. Gozar de su cercanía ¿Qué pediríamos nosotros? Habitar en la casa del Señor no significa aquí encontrar en el templo un derecho de asilo. El salmista no busca un lugar, sino una presencia. No busca el Templo del Señor, sino el Señor del Templo.
Notemos que el Templo es el lugar donde Dios se cita con el Pueblo. Al templo no sólo se va a estar con Dios sino también con la comunidad de los hermanos. Justamente en esas experiencias de fraternidad es donde se han fraguado muchos salmos. “Ved qué dulzura, qué delicia, convivir los hermanos unidos”. (Sal. 133).
Escuchar siempre la llamada del corazón (8)
Estamos acostumbrados a oír con nuestros oídos. Pero no estamos acostumbrados a oír con el corazón. Y, sin embargo, ésta es la auténtica audición. Salomón hizo una oración que agradó a Dios: “Da a tu siervo un corazón que escuche” (1Re 3,9). Escuchar con el corazón es escuchar con amor. Nos preguntamos: ¿Quién es capaz de poner las palabras en nuestro corazón? Sólo puede hacerlo Dios. ¿Y qué palabras pone Dios en nuestro corazón? Las más bellas de todas: “Buscad mi rostro”. No puede haber otro oficio más noble, ni otra tarea más linda que ésta: buscar a Dios, buscar el rostro de Dios. “Tu rostro, Señor, es mi única patria” (Teresa de Lisieux).
“EL AMOR DE Dios está por encima de todo amor humano (10)
El salmista se imagina un caso casi absurdo: que una madre se olvide del niño que lleva en sus entrañas. Pues, aunque se diera el caso, Dios no le dejaría. El amor de Dios está por encima de todos los amores humanos, incluso los más entrañables. “¿Acaso puede una madre olvidarse de su criatura, dejar de amar al hijo de sus entrañas? Pues aunque una madre se olvidara, yo jamás me olvidaré”. (Is 49,15).
«Más que mi padre me has conocido y más que mi madre te has ocupado de mí. Hasta la vejez eras tú quién me sustentabas… tú eres padre para todos los fieles. Has resultado ser como una madre con su bebé» (Qumrán, himno 9).
“Tú eres, oh Dios, mi madre bien amada. Mis ojos están fatigados en
buscarte y mi corazón está lleno de emociones. Soy un niño inmovilizado en la trampa del mundo. Oh madre, tú eres la gallina y yo el polluelo. Tú eres mi madre y yo tu niño amado. Espero y espero siempre en ti”. (Poema hindú, s.XII)
El gozo en esta vida es la garantía de mi esperanza en la vida futura (13-14)
La tierra de los vivos es el mundo presente, el mundo donde vive el hombre bajo el sol y puede gozar de la bondad del comer, beber, alegrarse en el Señor {Ecle 8,12.18). Desde la perspectiva de Dios el salmista está seguro de contemplar la dicha. Con Dios, ya en esta vida se vive mejor. Y desde esta experiencia se garantiza una vida más alta y más plena después de la muerte.
«Mi lugar es el otro Espacio; mi señal es la sin señal; no es el alma; no es él cuerpo; sólo sonido del Amado. Me quieren cazar cada uno de los dos en mi camino. Dos mundos: Uno solo veo. Uno busco. Uno conozco. Uno canto. Uno contemplo. Él es el último. Él es el primero. Eres el íntimo. Eres el fuerte. Ebrio con el cáliz del amor, no soy más mundo ni cielo… Si he pasado en la vida un día sin ti, yo me arrepiento de la vida, por aquel día, por aquella hora» (Rumi, poeta místico de Persia).
TRASPOSICIÓN CRISTIANA.
Cristo se nos presenta como luz. “Yo soy la luz del mundo, el que me sigue no anda en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida” (Jn. 8,12).
Aunque Cristo experimentó el sufrimiento, la angustia, el miedo ante la muerte, Jesús sabe perfectamente que pronto podrá ver, gustar, la bondad de su Padre en la verdadera tierra de los vivos. De ahí su serenidad: “Basta, ha llegado la hora…levantaos, vamos. “Ya se acerca el que ha de entregarme” (Mc. 14,41-42).
Autores cristianos
- “Cuando uno no ama sino lo que Dios ama, tiene que ser escuchado”. (S. Agustín)
- “¿Que mis enemigos se alinean contra mí? Yo no estaré impresionado. ¿Qué me declaran la guerra? La tengo ganada por la esperanza. ¿Que se colocan todos a la vez? Yo tengo el corazón sólido. ¿Que pasan al ataque? ¡Espero! Alinearos contra mí; abrid fuego. Yo grito: ¡Hurra!”. (P.Claudel)
- “Por la trascendencia de los bienes que descubre a medida de su progreso el alma tiene la impresión de estar siempre al comienzo de su camino a Dios. Por eso la palabra dice ¡Levántate! al que ya se ha levantado, y ¡Ven! al que ha venido ya. Porque quien sube no se para nunca, yendo de comienzo en comienzo por comienzos que nunca tendrán fin”. (S. Gregorio de Nisa).
ACTUALIZACIÓN.
Es una triste realidad el constatar que, en esta sociedad secularizada, se va perdiendo poco a poco entre los cristianos la necesidad de juntarse para celebrar la fe en la Eucaristía del Domingo. Sabemos que los hombres y mujeres de nuestro tiempo no se sienten atraídos por normas o por obligaciones.
Desde el principio, la celebración del domingo, no era cuestión de normas, ni menos de amenazas. Era una “gozosa necesidad de juntarse los hermanos”. En un bello escrito del s.II, se nos ha conservado la costumbre de los primeros cristianos:” En el día llamado del sol los cristianos que habitan en la ciudad o en los campos se reúnen en un mismo lugar” (Apología de San Justino al Emperador Antonio Pío).
Y Plinio el joven, gobernador de Bitinia, escribe el año 112 al emperador Trajano: “una nueva secta que tiene la costumbre de reunirse antes del alba en un día establecido para cantar himnos a Cristo, como si fuera un Dios”.
Algo estamos haciendo mal los cristianos del s. XXI cuando estamos rompiendo una tradición que viene del Señor y nunca ha sido interrumpida. ¿Se puede ser cristiano a solas? ¿Se puede ser cristiano sin sentir necesidad de juntarse con los hermanos a celebrar la fe?
PREGUNTAS.
- ¿Tengo experiencias fuertes de Dios? ¿Es realmente Dios para mí: luz, gozo, descanso, felicidad?
- ¿Tengo una mirada limpia y positiva sobre cada uno de los miembros de mi grupo cristiano? ¿Voy descubriendo poco a poco lo hermoso que es vivir los hermanos unidos? ¿Estoy convencido(a) de que la fraternidad es una fiesta?
- ¿De qué Dios hablo a la gente? ¿Del Dios teoría o del Dios experiencia? Antes de dar una buena noticia sobre Jesús, ¿es Jesús una buena noticia para mí?
ORACIÓN
Quisiera, Señor, poder decirte hoy con toda verdad estas hermosas palabras del salmista: “Mi corazón no tiembla”. Porque muchas veces tengo miedo: miedo a la vida, miedo a los demás, miedo a mí mismo. Incluso te tengo miedo a ti. Muchas veces mi corazón se ha puesto a temblar como las hojas de los árboles movidas por el viento. Pero hoy no tengo miedo. Me siento seguro en ti. Te siento cerca de mí y esta presencia tuya íntima, profunda, embriagadora ha ahuyentado de mí todo miedo. Gracias Señor.
“Una cosa pido: gozar de la dulzura del Señor”
Señor, reconozco que, a veces, pido demasiadas cosas. Hoy sólo quiero pedirte una, una sola. Por eso quiero acertar en lo que pido: quiero gozar de tu dulzura. Quiero embriagarme de tus caricias. Quiero bañarme en el mar de tus delicias. Sólo eso pido, Señor. ¡Nada más! ¡Y nada menos!
“Oigo en mi corazón: buscad mi rostro”
Ya estoy cansado de escuchar voces externas que aturden mis oídos y no me dejan en paz. Hoy quiero escuchar una voz distinta, una voz interior: la voz del corazón. Es clara, silenciosa, penetrante. Tiene la forma de suave susurro, música envolvente, dulce melodía. Y esta voz interior me enseña un camino, me marca una tarea: la de buscar a Dios, buscar siempre el rostro de Dios. Nunca había pensado el tener la oportunidad de recorrer un camino tan lindo, ni tener una tarea tan fantástica.
“Espero gozar de dicha en el país de la vida”
En esta corta y frágil vida humana, la dicha está siempre limitada por el tiempo. Dura lo que flor del campo. Aparece por la mañana y por la tarde ya se seca. Por eso quiero clavar mi mirada en otra tierra, en otro país donde la dicha no se acabe ni se mida a cuentagotas. Es el país de la vida, el país de la felicidad, el país de Dios, donde todo dura para siempre. Dame, Señor, una dicha eterna.