Qué cosa tan bonita vivir «Albergados en la dicha»

Raúl Romero López
10 de junio de 2019

Salmo 25

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1 A ti, Señor, levanto mi alma:

2 Dios mío, en ti confío, no quede yo defraudado,

que no triunfen de mí mis enemigos;

3 pues los que esperan en ti no quedan defraudados,

mientras que el fracaso malogra a los traidores.

4 Señor, enséñame tus caminos, instrúyeme en tus sendas,

5 haz que camine con lealtad;

enséñame, porque tú eres mi Dios y Salvador, y todo el día te estoy esperando.

6 Recuerda, Señor, que tu ternura y tu misericordia son eternas;

7 no te acuerdes de los pecados ni de las maldades de mi juventud;

acuérdate de mí con misericordia, por tu bondad, Señor.

8 El Señor es bueno y es recto y enseña el camino a los pecadores;

9 hace caminar a los humildes con rectitud, enseña su camino a los humildes.

10 Las sendas del Señor son misericordia y lealtad,

para los que guardan su alianza y sus mandatos.

11 Por el honor de tu nombre, Señor, perdona mis culpas, que son muchas.

12 ¿Hay alguien que tema al Señor? Él le enseñará el camino escogido:

13 su alma vivirá feliz, su descendencia poseerá la tierra.

14 El Señor se confía con sus fieles y les da a conocer su alianza

15 Tengo los ojos puestos en el Señor porque él saca mis pies de la red.

16 Mírame, oh Dios, y ten piedad de mí, que estoy solo y afligido;

17 ensancha mi corazón oprimido y sácame de mis tribulaciones.

 

INTRODUCCIÓN

 

Este salmo es alfabético, es decir, cada verso comienza con una letra sucesiva del alfabeto (en nuestro caso: alefato hebreo). Por eso apenas tiene personalidad propia. Es suelto de estructura y abundante de motivos. Con todo recibe elogios de los comentaristas: “Se puede apreciar en él un movimiento y un progreso en el pensamiento del salmista” (E. Podechard). “Presenta versículos emocionantes” (L. Desnoyer). “El salmo respira una ferviente piedad personal y está cercano al espíritu del Evangelio” (F. Nötscher).

 

REFLEXIÓN Y EXPLICACIÓN DE LO ESENCIAL DEL SALMO

 

Todos los días me levanto; pero ¿ya sé levantar mi alma? (1)

En un sentido material yo puedo  levantar la mirada como alguien que se dirige a una persona que está situada en un lugar más elevado. Pero hay que pasar del gesto corporal al símbolo espiritual: yo tomo mi persona, mi vida entera y la levanto hacia Dios. Yo no quiero vivir a ras de tierra, pensando sólo en las cosas materiales, quiero elevar mi mirada por encima de las casas y de las cosas de este mundo. Quiero tomar mi alma, mi vida, mi ser y, en la patena de la aurora, ofrecerle a Dios mi día, en una ofrenda existencial.

 

Y yo ¿Qué tengo que hacer para no sentirme defraudado? (2)

En este versículo el salmista afirma que se siente salvado por Dios. La fe en Israel no es cualquier cosa sino poner la confianza en Dios. “No serán defraudados los que esperan en ti” (Is 49,23). Nosotros podemos poner la confianza en los ídolos o en Dios. Si confiamos en Dios sentiremos seguridad, acierto, felicidad. Dios no nos defrauda nunca. Los que confían en los ídolos terminan en un fracaso total. Los ídolos, es decir, eso que adoramos como si fuera un Dios, al estar vacíos, nos dejan huecos por dentro. Sólo Dios puede llenar un corazón con aspiraciones inmensas, con deseos infinitos.

 

Caminante, sí hay camino. Un camino hecho de lealtad (4-5).

El salmista parece contradecir al poeta cuando dice: “Caminante no hay camino”… El salmista sabe que hay un camino trazado por Dios. Ponerse en camino significa abrir una nueva posibilidad de existencia en medio de una atroz desgracia.

La lealtad aparece como una de las grandes cualidades de Dios. Dios es aquel de quien uno siempre se puede fiar. El que entra a caminar con Dios sabe que tiene un guía con el que siempre puede contar.

 

Un precioso recuerdo: el saber que la ternura y misericordia de Dios

no tienen fin (6)

Parece aludir a Ex 33,18-19. En un alarde de osadía Moisés pide “ver la gloria de Dios” que equivale a ver al mismo Dios. Sólo se le permite verlo de espaldas porque el hombre no puede ver a Dios y seguir viviendo.

Pero en este sentir que los pasos de Dios se alejaban, Moisés oye unas palabras: “Señor, Señor, Dios clemente y compasivo, lleno de amor y fiel” (Ex 34,6).

Si al hombre no se le puede concebir sino como miseria y debilidad, a Dios hay que concebirlo como bondad y misericordia. El salmista quiere recordar lo más esencial y más profundo de Dios. Y a esto se agarra con una fe inquebrantable.

 

¿Es bueno recordar los pecados del pasado, los extravíos de la juventud? (7)

Si el recuerdo sólo sirve para culpabilizarme y dudar de que Dios tal vez no me los ha perdonado, ese recuerdo es malo y hay que rechazarlo. Pero si el recuerdo de mis pecados me sirve para poner mis ojos en un Dios maravilloso, que no sólo me ha perdonado sino que se ha olvidado de mis errores, es bueno. Me invita al agradecimiento. “Bajo el arco inmenso de la bondad compasiva de Dios discurre el arco breve de la vida humana y el segmento de la juventud” (P. Schökel).

El salmista pide a Dios que no tenga en cuenta los pecados de la pasión e inexperiencia juvenil. Es como decir: era entonces un inmaduro. “En esa edad el pecado es menos por malicia que por audaz temeridad” (S. Agustín).

El salmista no sólo pide olvido de los pecados, sino que “se acuerde de él”. El salmista sabe que si Dios se acuerda de él no pecará más. Siempre se hará presente el “milagro de su amor”. En griego el “no acordarse” tiene una palabra propia y muy significativa: “amnistía”. Es un borrón y cuenta nueva. Es un volver a empezar, es una nueva creación.

 

Dios, al perdonarnos, hace honor a su nombre (11)

El salmista cae en la cuenta de que está en deudas con Dios. Ha faltado a sus compromisos, ha quebrantado la Alianza. No puede alegar méritos. ¿Qué hacer? Apelar a Dios, su fama, el honor de su nombre. Es como si dijera: ya sé que no merezco que me perdones, pero también sé que conmigo va a crecer la fama que tienes de ser bueno, misericordioso, gran perdonador. Así lo expresan los profetas: “No lo hago por vosotros, casa de Israel, sino por mi Santo Nombre, profanado por vosotros en las naciones adonde fuisteis” (Ez 36,22).

“Yo era quien, por mi cuenta, borraba tus crímenes” (Is 43,25). Perdonar es un acto gratuito que honra el nombre del Señor. Va más allá de los contratos y las obligaciones. Revela lo que es Dios mismo: amor misericordioso.

 

“Su alma se albergará en la dicha” (13).

En un principio la bendición tiene un carácter terreno: su descendencia heredará la tierra, es decir, Palestina. Pero después adquiere una dimensión teológica y va unida a la fe y a las promesas: “su alma vivirá feliz”. No se trata de una felicidad  fugaz, pasajera, superficial.   Al pie de la letra, según el texto hebreo,  significa: “su alma se albergará en la dicha”. ¿Puede haber mayor suerte que habitar en la casa de la felicidad? ¿A quién no le gustaría ser morador de esa casa? Esas promesas sólo Dios las puede hacer.

 

“El buen israelita añora los buenos tiempos pasados con Dios” (14)

Es gran cosa conseguir la confianza de Dios. “A los buenos les brinda su confianza” (Prov 3,32). Supone una cercanía, una intimidad por parte de Dios. Job añora esos momentos: “Quién pudiera volver a los meses pasados, a los días en que Dios me protegía, cuando su lámpara alumbraba sobre mi cabeza… y Dios era un íntimo en mi tienda” (Job 29,2-3). ¿Tengo yo experiencias bonitas con Dios, que me gusta recordar?

 

Poner los ojos en el Señor, es la mejor manera de no caer en la trampa del enemigo (15)

Ahora el salmista vuelve sobre su persona para elevarse a Dios desde sí mismo. Si se mira a sí mismo se hunde: tiene los pies trabados, no puede caminar ni moverse. Sólo Dios le puede soltar. Para eso pone sus ojos en Dios. Parece que sólo tiene ojos para mirarle en actitud de súplica. El rabí Pinhas hace este comentario a este texto: “Como el pajarero pone comida en el nido y, apenas el pájaro va a comer, tira de la cuerda y le agarra por el pie, así el maligno pone delante del hombre todo el bien que ha realizado y toda acción buena, para prenderle en las redes del orgullo. Cuando esto ocurre el hombre ya no es capaz de moverse, cae prisionero. Entonces nada puede salvarle si no es la ayuda de Dios”.

 

Dios nos da anchura, libertad, ganas de vivir (17)

El salmista ha hablado de los ojos y de los pies. Ahora su mirada se vuelve hacia adentro, hacia el corazón. Y lo que descubre es un corazón estrecho, oprimido, angustiado. Por eso le pide a Dios que le dé holgura, que le dilate el corazón. Y comenta Lutero: “Así como la aflicción es un lugar estrecho que nos oprime y nos pone tristes, así la ayuda de Dios es un espacio amplio y dilatado que nos hace libres y nos pone contentos”.

 

Dios ni engaña ni decepciona (20)

Dios nunca engaña, ni decepciona. Si alguna vez nos sentimos defraudados por Dios es que no le hemos conocido. El que ha puesto en nuestro corazón una capacidad de anhelos y deseos infinitos, es el único que nos puede llenar y saciar.

 

Una buena escolta para el camino: “La inocencia y la rectitud” (21)

No es la primera vez que aparecen en la Biblia personificadas las virtudes. La inocencia y la rectitud son guías que escoltan y acompañan al orante en su caminar.

 

 “Salva, oh Dios, a Israel de todos sus peligros” (22)

Este versículo no formaba parte del salmo. Es un añadido posterior. La experiencia de liberación que ha experimentado el salmista debe extenderse a todo el pueblo.

 

TRASPOSICIÓN CRISTIANA

 

Jesús ha hecho suyo el salmo. Ha rechazado a quien le quería desviar de cumplir la voluntad del Padre. “Apártate de mi vista, Satanás” (Mc. 8,33).

Si hay Alguien que se haya fiado de Dios  hasta el momento final de su muerte, es Jesús. “Padre, en tus manos pongo mi espíritu” (Lc. 23,46)

 

Autores cristianos.

  • “Aparta el alma de las cosas bajas y la levanta por encima de sí: la levanta, la dirige, la coloca en la altura, más cerca de Dios… Dios mío, confiado en ti y no en mí, he emprendido la tarea de despreciar lo sensible para elevarme hacia ti. No permitas que caiga otra vez a tierra desde esa altura que he buscado” (Eusebio).

 

  • “Este salmo es como un respirar del alma en Dios. Un soplo lanzado hacia la profundidad del ser sin choque, sin violencia, sin temor. El salmista lleva a Dios su miseria y acoge en él la esperanza de la salvación”. (Garrone)

 

  • “No rezo por ser rico ni por ser colmado de honores. No rezo por poseer la felicidad ni el encanto de la poesía. Rezo sólo para que toda mi vida pueda poseer el amor. Que yo pueda siempre alegrarme, regocijarme por el gozo de amarte a Ti”. (Hertsens)

 

ACTUALIZACION

 

En esta sociedad materialista y secularizada, la mirada del hombre ya no se eleva por encima de la tierra. No espera nada del cielo. SÓLO CONFÍA EN EL HOMBRE. Pero ¿qué es el hombre sin ese soplo divino del que habla el Génesis? Puro barro. ¿Quién dará respuesta a los grandes interrogantes: el sentido del sufrimiento y de la muerte? “Sin Dios la imagen del hombre se desvanece” (Conc. Vat. II GS. 36).

Los que ya estamos entrados en años, recordamos con nostalgia aquellos primeros años de nuestra democracia en España. Y con el Indulto general a los presos políticos, apareció la palaba “Amnistía”. Los presos no sólo salían de las cárceles, sino que se les rehabilitaba y se quemaban las fichas anteriores. Era un volver a empezar. Eso mismo había hecho Dios con su Pueblo muchos años antes. Y, sobre todo, lo utiliza Pablo al hablar de la “amnistía general” a todos los pueblos y naciones con la muerte y Resurrección de Cristo. Con Cristo se rompió definitivamente  el muro de separación entre Dios y los hombres (Ef. 2,14). Sin gestos de generosidad no puede haber una sana convivencia.

 

PREGUNTAS

 

  1. ¿Me detengo a pensar alguna vez en todo lo que Dios me ama? ¿He experimentado en mi vida el gozo de su perdón?

 

  1. Estoy en un grupo cristiano. A la luz de la Palabra de Dios, ¿voy avanzando en comprensión, en tolerancia, en capacidad de perdón?

 

  1. Dios nunca se cansa de amarme, de perdonarme. ¿Sé usar con los demás la misma medida que Dios usa conmigo?

 

ORACIÓN

 

“A Ti, Señor, levanto mi alma”

Muchas veces, Señor, me siento hundido y aplastado por el peso de la existencia. Me siento solo y sin ganas de luchar. Pierdo el sentido de mi vida. Tengo el alma por los suelos.

Pero hoy quiero alzar los ojos hacia Ti y pedir tu gracia para levantarme. Nos has hecho para estar en pie y no te gusta vernos caídos. Quieres que caminemos y vayamos por la vida con la cabeza alta. Yo quiero levantar mi alma a Ti, quiero elevar hasta Ti mi razón, mi corazón, mis sentimientos y lo más íntimo de mi ser.

“Recuerda que tu ternura y tu misericordia son eternas”

Muchas veces en la vida he fijado mi vista en mí y no en Ti. He mirado mi debilidad, mi pecado, mi miseria… y he sentido asco de mí mismo. Pero hoy quiero cambiar de actitud. Quiero mirarte a Ti. Mirar tu bondad, tu ternura, tu fidelidad. Yo soy la arena y Tú eres el MAR. Yo soy la escarcha y Tú  eres el SOL. Déjame abrazar por el sol de tu amor. Déjame inundar por el Mar de tu Misericordia.

No te pido, Señor, que cambies. Te pido que sigas siendo el mismo, que no te olvides, que recuerdes lo que eres: Amor estable, Misericordia infinita.

“Que no quede yo defraudado de haber acudido a Ti”

En esta vida humana abunda el fraude, la mentira, el engaño, la decepción. Pero Tú eres la Verdad. Por eso nunca engañas, nunca defraudas, nunca decepcionas. El que camina contigo siempre sabe a donde va. Tenemos que reconocer, Señor, que las mejores horas de la vida las hemos pasado contigo. Las mejores ideas, los más lindos proyectos los hemos acunado en tu presencia. Estando a tu lado la vida tiene otro color: Tú eres la luz. Estando a tu lado la vida tiene otro sabor: Tú eres la sal.

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