Avelino José Belenguer Calvé (Teruel, 1961) es el párroco de la Unidad Pastoral de Monreal del Campo. Fue rector del Santuario de la Virgen de la Aliaga y efectuó una gran labor con su cofradía para revitalizar esta devoción, organizando peregrinaciones al Pilar, a Lourdes, a Teruel… Un gran devoto de la Virgen que habla sobre el mes de María, “el más hermoso del año”, para los lectores de ‘Iglesia en Aragón’.
¿Cuál es la razón de qué el mes de mayo sea el de la Virgen? El mes de mayo está dedicado desde hace siglos a María por ser el mes más bonito. En Grecia el mes de mayo era dedicado a Artemisa, la diosa de la fecundidad y algo similar sucedía en Roma, pues se dedicaba a Flora, la diosa de la vegetación. Después de los fríos invernales la naturaleza entra en su apogeo, vuelve el color, los jardines se llenan de colores, de aromas… Es el mes más bonito del año y, por tanto, está dedicado a la más hermosa de todas las criaturas salidas de la mano de Dios, que para nosotros es la Virgen María.
Has estado de párroco en muchas localidades de la diócesis de Teruel y Albarracín, ¿a qué advocación o virgen le tienes un especial cariño? En mis años de sacerdote, en todas las parroquias en las que he servido me he encontrado con una advocación y gran devoción a la Virgen. Si me pides una en especial, te tengo que decir la de mi pueblo, yo soy de Libros, pueblo que linda con el Rincón de Ademuz, en el sur de la provincia de Teruel. En mi pueblo hay una advocación, quizá poco conocida, que es a Nuestra Señora de la Huerta, que se encuentra mirando a la vega y a la huerta del río Turia.
La ermita se sitúa a un kilómetro del pueblo y en ella una imagen pequeñita dedicada a esta advocación. Es la Virgen que en mi infancia he vivido, he ido a rezar de monaguillo casi todas las tardes en los meses de mayo y que tanto cariño le he profesado en mi etapa de niñez. Aunque no es la única que llevo en mi corazón, porque en todos los pueblos y parroquias por las que he pasado he encontrado advocaciones preciosas y llenas de devoción, pero claro, la Virgen de la Huerta que no me la toquen.
¿Qué romería mariana a la que hayas asistido te parece más emocionante o espectacular? Todas las romerías son emocionantes, cargadas de honda religiosidad popular y sobre todo de fe y cariño. Si de entre todas que he conocido y he vivido tengo que destacar algunas, me quedaría con dos. Una es la que se realiza en el domingo más próximo al 22 de mayo en la localidad turolense de San Agustín, que fue mi primer pueblo de sacerdote.
Es en honor a la Virgen de Pradas, que la ermita está situada en la masía de Pradas. En ella se reúnen unos tres mil fieles de todo el Alto Mijares. Se trata de una imagen gótica y preciosa, la Virgen en la mano derecha lleva una manzana, presentada como la nueva “Eva”, y en la mano izquierda el Niño Jesús bendiciendo, como el nuevo “Adán”. La romería es espectacular y hacen una procesión muy simpática alrededor de la ermita en la que se va pisando una alfombra de tomillo, la cual desprende un aroma muy especial. Posteriormente se reparten unos tres mil “molletes” que es una especie de pan pequeño.
¿Y la otra? La otra romería que elijo es la que se realiza en torno a la Virgen de la Aliaga, cuyo santuario se encuentra en Cortes de Aragón, y que congrega a los diez pueblos que forman la Corona de la Virgen de la Aliaga. Cada pueblo tiene su día de peregrinación asignado durante el mes de mayo, pero el primer sábado de septiembre, lo hacen los diez pueblos juntos en el conocido Día del Sitio.
Hablamos mucho de la “España Vaciada”, las romerías suelen reunir y hacer que la gente vuelva el día de la fiesta de su pueblo. ¿Notas cómo “su virgen” les hace seguir ligados a sus orígenes? Por desgracia hemos sufrido y estamos sufriendo esa gran despoblación, pero es verdad que cuando llega la Romería o cuando llega la fiesta, la gente se siente más arraigada al volver a esa devoción, a esa romería o a esa fiesta. La fe que se ha vivido desde niño no se olvida y, verdaderamente, la devoción a la Virgen de su pueblo, cada una la nuestra, parece que es la que nos mueve un poquito a vivir esos sentimientos, a ponerlos de manifiesto y nos ayuda también a sentirnos no tan ajenos a las necesidades de nuestros pueblos, aunque sea por unos breves días. Es verdad que el día de la fiesta o de la romería nuestros pueblos cobran de nuevo la vida que tenían. Pero claro es una religiosidad popular, muchas veces se queda en mera expresión, rica culturalmente, pero que al terminar la fiesta vuelven a quedar nuestros pueblos vacíos.
Estos días van a ser intensos… Bastante intensos. El sábado día 4 está la romería a la Virgen de la Carrasca de la Parroquia de Blancas, este domingo tenemos también la romería de Monreal del Campo a la Virgen de la Carrasca, y el día 18 de mayo es la de Torrijo del Campo. No paramos, pero nos mueve la alegría y la devoción hacia Nuestra Señora.