La catedral del Salvador en su Epifanía, conocida popularmente como la Seo, ha acogido en la mañana del Miércoles Santo la celebración de la Misa Crismal en la que, presidida por el arzobispo metropolitano monseñor Vicente Jiménez Zamora, han concelebrado los arzobispos Manuel Ureña (emérito de Zaragoza), Ramiro Moliner (nuncio apostólico emérito); los obispos eméritos Carmelo Borobia, Jesús Moliné y José Luis Redrado; y más de doscientos sacerdotes de la archidiócesis.
En la homilía, monseñor Jiménez Zamora ha invitado a los sacerdotes a vivir la santidad ministerial. Tras recordar como la Iglesia local de Zaragoza quiere ser «una Iglesia casa, familia, lugar de acogida y amor, en la que todos puedan sentirse parte y jamás se vean excluidos y marginados», ha recordado unas palabras del papa Francisco: “Cuando un sacerdote se aleja de Jesucristo en lugar de ser ungido, termina siendo untuoso”. «Y no es lo mismo estar ungido que estar untuoso», ha añadido el Arzobispo. La predicación ha concluido con una invocación a María: «¡Santa María, haz que todos los sacerdotes trabajemos por la unidad, la comunión y el anuncio del Evangelio en esta Iglesia que peregrina en Zaragoza!».
Tras la homilía, don Vicente ha recibido la renovación de las promesas ministeriales de todos los sacerdotes presentes y ha procedido a la bendición de los santos óleos de enfermos y catecúmenos, y a la consagración del santo crisma. Estos aceites rituales son necesarios para la celebración de los sacramentos pascuales y constituyen un signo de comunión entre el ministerio episcopal y el de los presbíteros.
La celebración ha seguido como de costumbre y en ella han participado diáconos y seminaristas del Seminario Metropolitano, junto a numerosos fieles laicos y consagrados.