Opinión

Araceli Cavero

Año de elecciones

13 de marzo de 2019

Tanto tiempo hablando de elecciones y por fin ya están aquí.

Seguramente alegrará a muchas personas, porque de esta manera podrán expresar su deseo de que sea su partido preferido el que se alce con la victoria y pueda llegar a gobernar. Y no digamos los que van en las listas electorales, sobre todo los que las encabezan.

Pero para mí es un martirio soportar tantos días de campaña y pre campaña. El escuchar tantas descalificaciones de unos contra los otros y de los otros contra los unos, me pone de los nervios. Hace muchos años se reía la gente cuando Julio Anguita pedía programas ¡Es que nadie tiene programa! Están pendientes de lo que dicen los contrarios en los mítines, y que es lo que sale en los medios de comunicación, para criticarlos y asegurar que “nosotros no haremos eso”.

Estoy harta de ver como todos los partidos harían maravillas cuando están en la oposición y sin embargo cuando llegan al poder hacen lo que pueden o lo que les dejan. Esto pasa con todos los partidos sin excepción. Las promesas hechas en campaña electoral se esfuman como por arte de magia.

Y de forma mucho más llamativa en esta legislatura pasada, donde se han tenido que hacer pactos imposibles para poder gobernar, que en muchas ocasiones ha sido un “quítate tu para ponerme yo”. No digamos después de la moción de censura con los apoyos que recibió el Presidente Sánchez, que se le han vuelto en contra cuando no han conseguido lo que parece ser que se esperaba de él.

Me desagrada sobre manera el estilo de hacer campaña que se ha instalado en nuestro país. Eso de estar más atentos a descalificar al contrario que a presentar un programa de acción serio y convincente, quizá guste a los asistentes a los mítines, pero a mí, personalmente no me convence. Es más, me desagrada y mucho. Me imagino que en otros países sucede lo mismo, pero porque lo hagan los demás no creo que lo deba hacer todo el mundo. Al final vamos a ser marionetas que otros manejen nuestros hilos a su conveniencia, porque copiamos todo lo que viene de fuera, ya sean modas, palabras en otros idiomas (con lo rico que es el nuestro), modos de actuar…. ¿Cuándo vamos a ser creativos y ser nosotros mismos? Recuerdo que mi maestra de primaria nos decía “¿Dónde va Vicente? Donde va la gente” cuando íbamos, cual manada, unas detrás de otras.

Cuando decimos que España es diferente, lo decimos con pena porque el ser diferentes parece que es para mal. Pero pienso que no lo sería si lo que copiamos de los demás fueran las cosas que hacen que la sociedad progrese y mejore. No es malo copiar lo que hacen bien los otros, si lo que copiamos es la bondad, la generosidad, el respeto, la buena educación, el cumplimiento de las obligaciones de todos y cada uno… No seguir lo que hacen otros sin una conciencia crítica, sabiendo lo que hacemos y por qué. Creo que no es difícil.

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