A dos meses de las elecciones generales para elegir un nuevo gobierno para España, los ciudadanos, y muy especialmente los cristianos, debemos plantearnos la moralidad de nuestra decisión a la hora de ir a votar.
La primera decisión será votar o no votar. Esta duda debe resolverse teniendo conciencia de la responsabilidad de apoyar al partido que más se aproxime a nuestros ideales y valores cristianos. Para ello, la lectura del programa electoral se hace imprescindible antes de decidir en conciencia el voto. La falta de tiempo, la pereza y ,porque no decirlo, la desconfianza que nos genera la clase política que hace programas que luego no cumple, hace que la mayoría, no leamos los programas electorales con los que las diferentes siglas concurren a las elecciones. Hechos éstos deberes, será difícil que no haya un partido que se aproxime a nuestro modo de concebir la vida y la sociedad. Siendo así, creo que lo mas positivo y eficaz para lograr la sociedad que queremos es votar.
No votar puede ser un gusto que nos demos, no sin razón, para castigar a la clase política, haciéndoles ver que no son dignos de nuestra confianza. Pero otros lo harán, tal vez masivamente, votando opciones anticristianas que tratan de destruir a la Iglesia, la familia, la vida, la educación. Creo que no nos lo podemos permitir.
Más difícil puede resultarnos decidir a quién votar. La conferencia episcopal española, siempre nos recuerda la «obligación de votar en conciencia», sin imponer ninguna sigla política , pero si haciendo una llamada a la reflexión y a la responsabilidad.
No nos queda otra que leer el programa electoral que presenten, confiar en su honradez para darle cumplimiento y elegir a aquellos representantes que no tengan miedo de dar la cara por defender todos nuestros derechos y libertades consagrados en la Constitución: derecho a la vida, libertad ideológica y religiosa, libertad para elegir la educación que queremos para nuestros hijos, respeto a la propiedad privada…
No todos los partidos son iguales; no todos los politicos son iguales…no caigamos en ese cliché.
Creo que también debemos rezar por quienes se presentan a las elecciones con vocación de servicio y ganas de cambiar las cosas, con gran coste personal y familiar y agradecerles ese paso que muchos no damos por comodidad o temor. Y el mejor modo de agradecérselo es yendo a votar el próximo 28 de abril.