El último y el próximo viaje del papa Francisco tendrán destino en países musulmanes. Acaba de realizar a primeros de febrero un viaje a los Emiratos Árabes Unidos (EAU), siendo la primera vez que un jefe de la Iglesia Católica pone el pie en la península Arábiga, cuna del Islam. Antes de ese viaje, en un vídeo difundido el 31 de enero, afirmaba, que era para escribir «una nueva página de la historia en las relaciones entre las religiones», y en dos meses escasos, el papa Francisco prosigue su diálogo con el Islam, siendo su próximo viaje a final de marzo al Reino de Marruecos.
Ambas visitas se encuadran en la actividad diplomática musulmana, del Vaticano, dirigida por el propio pontífice para contrarrestar los efectos de lo que él ha bautizado como “guerra mundial a trozos” que recorre todo el mundo islámico, de Oriente a Occidente. Estas visitas y encuentros están dirigidas a hacer junto con los musulmanes un frente contra el fundamentalismo y la violencia ejercida “en nombre de Dios”. En ese mismo video que difundió el 31 de enero, el papa hace hincapié en lo que ha repetido en otras ocasiones: que « La fe en Dios nos une y no nos divide, nos acerca a pesar de las diferencias, y nos aleja del odio y de la aversión”. El papa ha dicho algo muy fundamental cuando ha afirmado que la fe –en general- acerca a los hombres y no divide. En el término “fe”, el Santo Padre abarca cinco diferentes pero complementarios conceptos: la voluntad y el esfuerzo de adhesión al misterio divino, la oración, la introspección interior, el estudio, el diálogo con el prójimo. Estas cualidades pueden encontrarse en las tres religiones monoteístas, entre los rabinos del judaísmo, en los padres de la iglesia, entre los maestros del sufismo. En definitiva, el Papa ha recordado que el hombre que cultiva una rica vida interior no se deja atrapar fácilmente por el odio del otro.
Este año se celebra el octavo centenario del encuentro de San Francisco de Asís con el sultán al-Malik al-K?mil, de Egipto. El mismo papa Francisco, lo señaló al comienzo de su discurso, en el Encuentro Interreligioso del 4 de febrero en Abu Dhabi, y lo expresaba así: “Con gratitud al Señor, en el octavo centenario del encuentro entre san Francisco de Asís y el sultán al-Malik al-Kamil, he aceptado la ocasión para venir aquí como un creyente sediento de paz, como un hermano que busca la paz con los hermanos. Querer la paz, promover la paz, ser instrumentos de paz: estamos aquí para esto”.
El encuentro de San Francisco con el sobrino de Saladino, el sultán Malik al-Kamil, en el año 1219, fue motivado también por el deseo de paz, cuando la guerra causaba estragos entre los Cruzados y el Islam, y en la llanura egipcia de Damieta, en el delta del Nilo, los dos ejércitos se hacen frente. Es entonces que, como nos lo relata posteriormente San Buenaventura, Francisco con el hermano Iluminado, intentando franquear las líneas enemigas son capturados por los musulmanes y, según cuenta San Buenaventura, pide una audiencia con el Sultán y le es concedida.
La audiencia con el sultán se desarrolló muy cortésmente, pero sin los resultados esperados por Francisco. Pero parece ser que el sultán no olvidó la sonrisa de Francisco, ni su dulzura en la expresión de una fe sin límites, y que ello fue la causa de que diez años más tarde entregase Jerusalén a los cristianos. Lo que no fueron capaces de conseguir los ejércitos venidos de Europa, la inteligencia y la tolerancia de Malik al-Kamil le permitió ofrecerlo, tal vez la mirada clara de Francisco continúo su trabajo en la conciencia del sultán. Es lo que parece decir Albert Jacquard (en su libro: Le Souci des Pouvres, éd. Flammarion, 1996). A lo largo de estos ocho siglos y hasta nuestros días, ha habido muchos otros resultados de este encuentro de Francisco con el Sultán, a fin de continuar su trabajo de conectar con los musulmanes, para construir la paz.
Hubo un signo muy hermoso, precisamente en la entrada a la sala de conferencias de ese Encuentro Interreligioso, la entrada del papa Francisco de la mano de ben Mohammed Rachid Al Maktoum, Vice Presidente de los EAU y emir de Dubai y de Ahmed el-Tayeb, gran imán del Universidad islámica, Al-Azhar del Cairo. En su discurso, el papa Francisco haciendo alusión a Noé y el diluvio universal, que recogen ambas tradiciones dijo que “también hoy, en nombre de Dios, para salvaguardar la paz, necesitamos entrar juntos como una misma familia en un arca que pueda navegar por los mares tormentosos del mundo: el arca de la fraternidad”.
Y terminó su discurso ante la asamblea de representantes religiosos de todo el mundo con una clara invitación al compromiso con la paz, y en modo particular nombrando a los países en guerra en esa región. Este fue el último párrafo de su discurso: “La fraternidad humana nos exige, como representantes de las religiones, el deber de desterrar todos los matices de aprobación de la palabra guerra. Devolvámosla a su miserable crudeza. Ante nuestros ojos están sus nefastas consecuencias. Estoy pensando de modo particular en Yemen, Siria, Irak y Libia. Juntos, hermanos de la única familia humana querida por Dios, comprometámonos contra la lógica del poder armado, contra la mercantilización de las relaciones, los armamentos de las fronteras, el levantamiento de muros, el amordazamiento de los pobres; a todo esto nos oponemos con el dulce poder de la oración y con el empeño diario del diálogo”.
Un poco más de tres décadas después de la visita de Juan Pablo II al Reino de Marruecos, es esperado el papa Francisco los días 30 y 31 de marzo. Un paso importante en las relaciones entre el Vaticano y Marruecos, tres meses después de que el rey Mohammed VI haya nombrado a un embajador en el Vaticano, Raja Naji Mekkaoui.
El motivo principal de la visita papal a Marruecos, en palabras del arzobispo de Rabat: «La misión del Papa, como sucesor del apóstol Pedro, es confirmarnos en la fe. Ese es el propósito principal de su visita. Él quiere conocernos, compartir un poco de nuestras vidas, animarnos, orar con nosotros y bendecirnos. «También destaca el tema del diálogo con el islam marroquí: “quiere también ponerse en contacto con el pueblo marroquí y sus autoridades, incluyendo a Su Majestad el Rey, en el espíritu de un diálogo interreligioso islamo-cristiano que ambos desean promover. »
El arzobispo de Tánger, en su circular diocesana sobre la visita del Papa, nos dice del carácter global de la misma: “No creo equivocarme si digo que viene también y sobre todo para el pueblo marroquí, que aquí nos acoge como hermanos.
Para cristianos y musulmanes es la llamada a trabajar por la paz, a obrar según justicia, a ser solidarios unos con otros, a promover la libertad de todos.
Si en un tiempo pudieron separarnos dos certezas, hoy ha de unirnos una búsqueda. Si hemos escrito una historia fratricida en nombre de dos credos, es tiempo de escribir otra que a los ojos de todos resulte fraterna, unida por lazos de clemencia y misericordia.
Lo que procede de Dios, ya sea en el Islam, ya sea en el evangelio, no nos separa a unos de otros, no nos hace extraños unos a otros, y mucho menos nos hace superiores a unos sobre otros”.
La visita del Papa, y la esperanza que provoca, va más allá. Y nos lo recuerda Monseñor Agrelo en su Circular: “Pero vosotros sabéis, hermanos míos, que en el horizonte de esta visita apostólica están también esos últimos entre los últimos que son los emigrantes”….” Ésta es una esperanza encendida en el corazón de la Iglesia de Tánger: Que el Papa Francisco venga a esta tierra, y que a esta humanidad hambrienta de justicia, de cariño, de esperanza, le haga llegar la luz de su palabra, el calor de su afecto, el testimonio de que la Iglesia, madre de todos, está especialmente cerca de estos hijos que todo lo necesitan.
Estos hijos últimos no podrán acercarse al Papa Francisco. Pero habrán de ocupar un lugar privilegiado en su corazón de padre y en el corazón de su visita apostólica a Marruecos”.
Es en este año que celebramos dos centenarios en Marruecos. De entrada la visita del Papa a Marruecos coincide con el 8 º centenario del encuentro de San Francisco con el Sultán Malik al-Kamil. Así mismo el encuentro del Papa con el rey Mohammed VI es como resonancia de aquella otra reunión.
La visita del Papa coincide también con los 800 años de la presencia de los franciscanos en Marruecos, lo que significa 8 siglos de encuentro permanente.
Y la visita del Papa tiene una dimensión profética que nos enseña que el encuentro con el Islam es importante y necesario en el mundo de hoy y que todos los creyentes de distintas religiones están llamados a trabajar juntos para el Reino de Dios: reinado de justicia, paz y bien para todos los hombres.