Lectio Divina: 9 de febrero de 2019

Raúl Romero López
4 de febrero de 2019
¡Venid a descansar un poco!

1.-Oración introductoria.

Señor, hoy te pido que sepa liberarme de todos los ruidos, de todos los quehaceres, de todas preocupaciones, y sienta la alegría de tus discípulos   cuando les invitaste  a descansar. No dudo que el paisaje era bonito, que desde ese lugar se respiraba el olor a campo; pero lo que realmente hacía precioso el lugar era que “estaban contigo”. Tú eres para mí  el verdadero descanso. Dame,  la dicha de descansar hoy un rato a tu lado. .

2.- Lectura reposada del texto evangélico. Marcos 6, 30-34

Los apóstoles se reunieron con Jesús y le contaron todo lo que habían hecho y lo que habían enseñado. Él, entonces, les dice: «Venid también vosotros aparte, a un lugar solitario, para descansar un poco.» Pues los que iban y venían eran muchos, y no les quedaba tiempo ni para comer. Y se fueron en la barca, aparte, a un lugar solitario. Pero les vieron marcharse y muchos cayeron en cuenta; y fueron allá corriendo, a pie, de todas las ciudades y llegaron antes que ellos. Y al desembarcar, vio mucha gente, sintió compasión de ellos, pues estaban como ovejas que no tienen pastor, y se puso a enseñarles muchas cosas.

3.-Lo que dice el texto evangélico.

Meditación-Reflexión

Jesús invita a sus discípulos a descansar un poco. El descanso lo hacen con Él. “Yo seré vuestro descanso”. En realidad descansamos cuando estamos con las personas que amamos: descansa el niño en los brazos de su madre y el amigo con el amigo y el esposo con su esposa. Y el hombre-varón y mujer- descansa con su Dios.  “Nos has hecho, Señor, para Ti y nuestro corazón está inquieto mientras no descansa en Ti” (San Agustín). Pero descansar en Dios no significa desentenderse de aquellos que no tienen descanso, de aquellos que sufren, que lo pasan mal. En el evangelio de hoy vemos que Jesús, al ver a la gente como ovejas sin pastor, “se le removían las entrañas”. No basta  que se muevan nuestras manos, nuestros pies, si no se nos mueve antes el corazón. Decía a sus  monjas San Vicente Paúl: “hermanas, más corazón en las manos”. Más corazón en las manos y en los pies, y en la cabeza y, sobre todo, más corazón en el corazón. Que el corazón más que un músculo del cuerpo sea un vehículo de amor.

Palabra del Papa.

El Evangelio de hoy nos dice que los apóstoles después de la experiencia de la misión, están contentos pero cansados. Y Jesús lleno de comprensión quiere darles un poco de alivio. Entonces les lleva aparte, a un lugar apartado para que puedan reposarse un poco. «Muchos entretanto los vieron partir y entendieron… y los anticiparon». Y a este punto el evangelista nos ofrece una imagen de Jesús de particular intensidad, ‘fotografiando’ por así decir sus ojos y recogiendo los sentimientos de su corazón. Dice así el evangelista: “Al desembarcar, Jesús vio una gran muchedumbre y se compadeció de ella, porque eran como ovejas sin pastor, y estuvo enseñándoles largo rato”. Retomemos los tres verbos de este sugestivo fotograma: ver, tener compasión, enseñar. Los podemos llamar los «verbos del Pastor». El primero y el segundo están siempre asociados a la actitud de Jesús: de hecho su mirada no es la de un sociólogo o la de un fotoreporter, porque Él mira siempre «con los ojos de corazón». Estos dos verbos: «ver» y «tener compasión», configuran a Jesús como el Buen Pastor. También su compasión no es solo un sentimiento humano, es la conmoción del Mesías en la que se hizo carne la ternura de Dios. Y de esta compasión nace el deseo de Jesús de nutrir a la multitud con el pan de su palabra. O sea, enseñar la palabra de Dios a la gente. Jesús ve; Jesús tiene compasión; Jesús enseña. ¡Qué bello es esto!  (S.S. Francisco, Angelus del19 de julio de 2015).

4.- Qué me dice hoy a mí este texto. (Guardo silencio).

5.-Propósito: Iré hoy a la oración a descansar un rato con mi amigo Jesús.

6.- Dios me ha hablado hoy a través de su Palabra y yo ahora le respondo con mi oración.

Hoy, Señor, quiero darte gracias porque eres muy humano. Invitas a tus discípulos a descansar. Pero tú sabes bien que no es lo mismo descansar contigo o descansar sin  ti. Si no estoy en paz contigo, me rinde el sueño, pero no descanso. Tú eres para mí mi mejor almohada. Contigo, puedo dormir a pierna suelta. Incluso, contigo puedo también  soñar.

PDF: 9 DE FEBRERO

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